Manuel era especial por dos razones que van de la mano; la primera que iba a una universidad de artes escénicas y estudiaba baile, y la segunda era consecuencia de esta tenía un cuerpo muy bien formado pero igual muy delgado, la única excepcion siendo que tenía un trasero muy grande, y por traer ropa suelta, cada vez que se paraba enfente de mi, se marcaban las cumbres de sus nalgas. Se lo mencioné varias veces pero no le importaba. Era como de mi estatura y tenía una muy buena actitud hacia todo, era muy relajado y gracioso, nos la pasamos bien. Me acuerdo que tenía pecas oscuras por todo el cuerpo y el pelo casi a raz oscuro, con un tatuaje de girasol atrás del cuello.
Siempre llegaba después de sus ensayos en la escuela, por lo que traía la ropa algo mojada de lo que coaramente era un regaderazo para no estar apestando. Por lo qu contaba habia muy poco glamur en ser bailarín de ballet, él siempre se quejaba de que sudaba demasiado.
En esta clase, aunque sólo eran tres horas a la semana, había muchos momentos de tomar notas de lo que decía el maestro y muy poco de cantar.
Siempre llegaba después de sus ensayos en la escuela, por lo que traía la ropa algo mojada de lo que coaramente era un regaderazo para no estar apestando. Por lo qu contaba habia muy poco glamur en ser bailarín de ballet, él siempre se quejaba de que sudaba demasiado.
En esta clase, aunque sólo eran tres horas a la semana, había muchos momentos de tomar notas de lo que decía el maestro y muy poco de cantar.
Además de todo eso, teníamos que presentar ciertas canciones y podíamos usar los salones aunque ya se hubiera acabado la clase, por lo que salías de esas clases a la hora que querías, lo cual significaba que nos quedabamos hasta tarde. En una de esas veces, luego de ensayar un dueto francamente muy aburrido, nos quedamos platicando en el salón. Era de esis días en los que hasta da calor de noche y la escuela tenía aire acondicionado. El salón era bastante pequeño con nada más sillas un pizarrón y stands para partituras. Todo era de madera para que no hubier eco o rebote. Repasábamos secciones de la canción mientras platicabamos sentados en dos de esas sillas. Él estaba usando una camisa sin mangas y unos pants sueltos, ambos negros. Se le veían los vellos de las axilas y hasta parecía que los quería presumir. Las sillas no eran muy cómodas, pero todo el tiempo se estaba reacomodando en su asiento, pasándose las manos por la entrepierna. Llevaba así desde que llegó ese día, finalmente le pregunté
- ¿Qué onda? ¿Qué tienes?
- Ah, nada, no importa
- Te llevas toqueteando media hora, ya me pusiste nervioso.
- No es nada, sólo ando medio incómodo.
- Ah, nada, no importa
- Te llevas toqueteando media hora, ya me pusiste nervioso.
- No es nada, sólo ando medio incómodo.
- Si ya te quieres ir, te puedes ir.
- No, no es eso. Estoy incómodo de verdad es... - le salió una sonrisa pícara - Bueno, es que traigo una pinche cosa...
Se bajó los pants y me enseñó que traía una malla abajo. Era de un color blancusco, pero era muy brillante y cambiaba de color mientras se movía.
- Está súper incómoda, mi maestra ya no nos deja usar boxers en la clase porque se notan mucho en los vestuarios, entonces tengo que traer esta pendejada.
- Pareces teletubi...
- Ya sé, y no me deja respirar, ¿Tienes idea de lo mucho que da calor la licra? - Se paró del asiento y puso su pierna estorada en la cabecera de su silla - Y luego tengo que hacer esto - subió su pierna rápidamente a la altura de su cabeza, y la bajó hacia el otro lado en un instante, acabando en una pose como de estatua - Y en todo esto... - Se dio media vuelta y el nylon estaba abrazando sus nalgas de manera muy apretada, marcando su culo como si no tuviera nada puesto. Se estaba estirando contra la mesa y sacudiendo las piernas para sacar la incomodidad. Eran de la longitud de shorts pero brillantes y pegados a la piel.
La textura brillante de sus calzones me dejò sorprendido mientras la luz le pegaba en las partes màs altas de su culo enorme. Su piel sòlo centìmetros lejos de mi cara como si le pudiera dar un beso en una nalga.
No me pude contener y le di una dura nalgada.
La tela se moviò arriba y abajo con el rebote del gluteo grande que estaba cubriendo. Con esa sola nalgada me saqué una carcajada.
Se bajó los pants y me enseñó que traía una malla abajo. Era de un color blancusco, pero era muy brillante y cambiaba de color mientras se movía.
- Está súper incómoda, mi maestra ya no nos deja usar boxers en la clase porque se notan mucho en los vestuarios, entonces tengo que traer esta pendejada.
- Pareces teletubi...
- Ya sé, y no me deja respirar, ¿Tienes idea de lo mucho que da calor la licra? - Se paró del asiento y puso su pierna estorada en la cabecera de su silla - Y luego tengo que hacer esto - subió su pierna rápidamente a la altura de su cabeza, y la bajó hacia el otro lado en un instante, acabando en una pose como de estatua - Y en todo esto... - Se dio media vuelta y el nylon estaba abrazando sus nalgas de manera muy apretada, marcando su culo como si no tuviera nada puesto. Se estaba estirando contra la mesa y sacudiendo las piernas para sacar la incomodidad. Eran de la longitud de shorts pero brillantes y pegados a la piel.
La textura brillante de sus calzones me dejò sorprendido mientras la luz le pegaba en las partes màs altas de su culo enorme. Su piel sòlo centìmetros lejos de mi cara como si le pudiera dar un beso en una nalga.
No me pude contener y le di una dura nalgada.
La tela se moviò arriba y abajo con el rebote del gluteo grande que estaba cubriendo. Con esa sola nalgada me saqué una carcajada.
- Eh! No empieces! - Me amenazó, de buena gana.
- ¿Y no traes nada abajo?
- ¡Ah, eso es lo peor! Te juro que si hubiera tenido tiempo de cambiarme me cambio. Traigo calzón abajo de esto y luego pantalón encima para que no me vean en mallas.
- ¿De verdad? No se te marca nada... - Me llegó una idea - ¿Traes tanga?
En parte lo dije de chiste, pero la cara que puso me dijo todo lo que necesitaba saber.
- ¡¿Traes tanga?! - me reí.
- Ya sé! Pero no me dieron opción. La verdad ni es para tanto, no se siente.
- ¿Puedo ver?
- ¿Quieres ver?
- Es que no te imagino usando algo así. ¿Es como deportiva?
- No, es una normal.
- ¿Normal?
- Sí, mira.
Se bajó un poco la malla, se veía tan asfixiante como él decía. Yo me estaba esperando algo tipo suspensorio, con resortes y diseñada para movimiento o algo por el estilo. Pero lo que vi fue encage. Manuel era extraño en cuanto a su cuerpo. No era pudoroso pero a veces se le hacía intrusivo que le tocaras un hombro peeo no tenía problema con enseñar su ropa interior.
Debajo de la malla traía una tanga roja con adornos de bordado delgado, con formas de rosas, de espirales. Traía lencería básicamente. No pude evitar reirme.
- ¿Eso te pidieron que te pusieras?
- Pues sí, dijeron tanga y de esta tenían en el mercado.
- Cuate, eso es una tanga de mujer.
- Claro que no, es de bailarín.
Extendí mi mano y enganché mi dedo en la tanga, por uno de los lados, la jale y la solté, dejando que chocara contra su piel.
- Jajaja, claro que no. ¡Mírala! Está toda bonita.
Se miró por unos segundos. Se subió la camiseta para ver mejor. La imagen de él viendo hacia abajo a sus perfectos abdominales, esos braos delgados pero fortachones, esa cara perfecta y varonil, esa cabeza casi rapada, la ropa negra, todo contrastado por unos calzoncillos delicados y llamativos que se le metían entre las impresionantes nalgas. No se me va a olvidar jamás cómo se veía.
Vi en su cara como iba pensando todo lo que lo llevó ahí. No era muy listo pero hasta él de repente se reacomodó y me dijo.
- ¡Pues como sea, se me ven bien!
- Jajajaja, pero ¿como no te diste cuenta?
- Fue lo que me vendieron. Sea lo que sea está bien pinche incómoda.
Se volvió a subir los pants. Sus nalgas firmes e infladitas casi tentándome. Para lo a veces impredecible que podía ser, decidí hacer algo arriesgado.
Me levanté meintras estaba dándome la espalda y enganché amboa dedos dentr de sus pants y dentro de las mallas, sacando esa tela suavecita y roja como una V que apuntaba al centro de su trasero.
- ¿Qué haces? - no parecía poner mucha resitencia.
- Te estoy ayudando, te la voy a quitar.
No es buema idea forcejear con un bailarín. Manuel era muy flexible y de haberlo querido bien que habría podido dsr una patada en la cara. Pero era muy relajado, se trató de dar vuelta pero le di un buen jalón.
Con lo apretado de las mallas pude ver como apretaba el culo y casi casi cambiaba de forma, de dos esferas bien llenas a dos placacs de puro músculo que se tragabal la tanguita. En lo que yo le subia el trasero, él no tenía problema con hacer un arco en la espalda.
Estaba tan fina la tanga que hasta a mí me dolió en los dedos jalarala, rozaba muy duro, pura fricción. No me quiero ni imaginar como se sientían esos adornos entrandole en el trasero. Entre risas se forcejeó para que lo soltara.
- ¡Cabrón! Si me la rompes...
Perdí el balance y fuimos al piso, yo de puro tropiezo y él porque la cuerdita que le pasaba por el ano seguia en mis manos. Casi empezamos a hacer lucha, pero logré detenerlo de una pierna y seguir jalando de esa tanga roja. A mí siempre me habian hecho calzon chino y nunca lo hacía, pero quien se podría resistir viendo algo así. Le acabé drteniendo en mis piernas, una por abajo de sus muslos y otra por encima de su espalda baja, el boca abajo ahí l centto de ese salon. Los quejidos y como tronaba la tela tenian la mejor acústica en el salón. Tenía buena voz grave y seria, enyonces oirlo así era de lo mejor. Lo tenía en una llave con mis piernas pero como si estuviera mitad sobre mi regazo, y yo sin soltar esa ropita interior.
- Ya, cuate, me arde el culo!
- Ándele, sea machín.
Suspiró entre risas y descansó su barbilla en el dorso de sus manos, en el piso, subiendo más el trasero en el proceso. Era más obediente de lo aue esperaba.
- Si me la rompes, me compras otra.
- Trato.
Tenerlo así me dejaba jugar mucho más connla tanga, pura tela roja bien incrustada en ese trasero de lujo. Como estaba cooperando o de menos se lo tomó tam relajado que no me partió la madre, me seguí aprovechando. Le bajé el pantalón para ver como se veía ese trasero tragón a travez de las mallas. El rojo de la tanga se veía hasta magico contra el blanquito brillante de las mallas. Manu ni reaccionó. Cada que le daba jalones apenas y gruñía, solo apretaba los puños y ponía cara de dolor. En ese punto le agarre de lo más abajo de la tanga que salía y ni estaba jalando, solo me puse a agitar desde ahí muy lento, y pasando a rápido como para urgar en esa rayita y ver que le entrara todo lo que podía, le daba risa y me volteaba a ver como con pena.
- ¿Ya? Ne caes bien güey pero ya vele acabando.
- Nada más una más, señor tanga - me burlé - ¿Qué se siente?
- Pues está bien suavecita, es solo como si la trajera puesta.
- ¿Ah, sí? - Le di un jalón fuerte, llevandola directo hacia arriba, se estiraba como si fuera de chicle, más y más delgada conforme jalaba.
- ¡Esperate! ¡Ah! Me estás aplastando los huevos jajaja. En la madre, ya se me salió uno.
Le di un jalón así de nuevo.
- ¡Ya! Sí duele un chingo.
- ¿No que no?
- Vas a ver que te la regreso, patán.
Las mallas estaban apretadas, y aunque le daba una gran figura, hacian que no le rebotara mucho el trasero, lo dejaban todo en su lugar. Aunque se veian bien y se sentian frias y resbalosas cuando pasaba la mano por ese culo, sentia el calorcito de abajo y quería ya saberlo todo. Si habia llegado tan lejos pues de menos ir hasta el final. Le pellizqué la cintura de las mallas y se las trate de bajar.
- ¡No! No me las bajes! ¡Me las vas a hacer bolas, culero!
- Solo es para ver que tanto te ha entrado.
- Bro! Me entró en el culo, ¿que esperas? Solo me vas a ver las nalgas.
- Calmado, calmado. ¿O te epiezo a jalar por enfrente?
- Verga... No conocía este lado de ti, Berni... Todo malvado - me sonrío, pícaro. Suspiró y volvió a ascostarse bien contra el piso de madera, de verdad que ni se resistía - Nada más no te vayas a enamorar de mi culote.
Las mallas estaban apretadas, muy muy apretadas. Yo esparaba que fueran flexibles y se bajaran como tela delgadita, pero no se podía. En cuanto las soltaba se oltaban de resorte contra su espalda baja. Le tuve que enrollar la cintura de las mallas e irla bajando como si fuera masa. Toda esa tela apretada torcida en un rollito como en espirales, bajando más y más, lento enseñándome ese trasero.
El culo parecia como bomba de lo apretado que estaba, como que quería salir porque salia como si fueran burbujas que se estaban inflando. Me salian a saludar en lo que bajaba las mallas en rollito hasta que al fin logré que llegaran a sus muslos, todo el culo libre pero enmarcado por esa malla enrollada y esa camisetita sin mangas. Como estaba apretada la malla, le hacia presion en los muslos y se veian hasta mas grandes los gluteos.
Era de lo mejor. Las nalgas estaban bien blanquitas con las mismas pecas negras que Manu tenía por todas partes y tantito vello negro por cada nalga. La tanga estaba invisible, se la comia ese culo como si nada. Tenia su trasero desnudo muy cerca, casi casi encima de mi regazo y traia el agarre en su tanga roja que para ese punto era tan roja y tan finita que me sentí como toro, no la podía ignorar. Cada peca en esas nalgas enormes me estaba llamando.
- Güey, ya me hiciste bolas las mallas, no mames...
Sin pensarlo le solté una nalgada. El salón enteró se llenó por ese ruido agudo de la bofetada contra su carne. Eran como de agua sus nalgas, rebotaron y se movían en olas cuando le hice eso. Para remarcar, le jalé de sus tanga y llegó hasta su eapalda media. Apretó culo. Todo eso blandito y suave y rebotador se puso duro en lo que apretaba, cambiaba de forma pero seguía teniendo grasa suelta por encima de puro músculo.
- Tienes las nalgas bien pálidas, Manu.
- Pues sí, bro! No voy a andar asoleándome el culo - Se hizo de lado a lado, agitando su trasero, al que sí le había quedado una pequeña marca rosa - Ya suéltame.
- No - le dije.
- Pareces niño chiquito, cómo andas de molestón - se quejó, le di otra nalgada en respuesta - ¡Ah! ¿Qué pedo? ¿Qué traes en la mano?
- Nada.
- ¿De verdad? Es que pegas reteduro... Me vas a dejar marca.
- Ya sabía que estabas culón, pero parecen de payaso.
Le puse una mano en un gluteo y se lo apreté muy lento, como dándole un masaje. Él solo se rió.
- Jejeje ¿apoco no están chidas? Bien llenitas y suaves.
- Y luego aarte te pones tanga. Tienes culo de mujer, Manu.
- Lo dices porque tienes celos.
Él aprovechó para levantar trasero y meter sus manos en la parte delantera de la tanga, acomodandose el huevo que se le habia salido entre los jalones.
Le seguí haciendo calzon chino, más que nada para verlas moverse y porque se veía genial esa tanga entrando. En un punto puse mis dedos en su rayita la separé solo para ver lo profundo que había llegado la tanga, me dijo que tenía los dedos fríos. Me soplé las manos para calentarlas y de chiste me dijo que mucho mejor.
Estaba como hipnotizado, no lo dejé ir como por cinco minutos, y él ya ni lo cuestionaba. Boca abajo, sostenido por sus codos hasta empezó a jugar con un celular mientras yo jugaba con su trasero. Le pasaba las manos por encima, le daba nalgadas, le daba agarrones. Estaba usando su trasero como si fuera de plastilina o de barro, mis manos lo querían tocar y él ni se molestaba. Esos pelitos, esas pinches pecas en piel pálida, hacian que de repente ya ma estaba haciendo un masaje como si fuera mi trabajo.
- Ah, se siente rico - me dijo, medio dustraido, viendo su instagram.
- ¿Incluso con el calzon chino?
- Sí, no está tan mal. Si vieras los que me hacían mis hermanos de chamaco. Estaban locos esos. Luego hasta me metian tierra en los chones y me los arrancaban a tirones.
- ¿Te molestaban?
- Jajajaja, cabrón, estudio danza desde los ocho años y ellos solo piensan en futbol, ¿tú que crees? Con ellos no me la acabo llegando en tanga, nada más de las burlas no aguanto jejeje.
- Entonces ya estás bien curtido.
- Uy, sí, ya soporto hasta que me-- AH! Puto!
Le jalé muy fuerte de sorpresa solo por interrumpir.
- ¿No que muy acostumbrado?
- Que me acostumbre no quiere decir que no duela, solo quiere decir que no voy a matar a un amigo a golpes por hacerme calzon chino... Pero sí rspa bien culero, mejor síguele al masajito, ese está bueno. Ya dejaron de estar frías tus manos.
En lo que una mano le acariciaba las nalgas, uno de mis dedos pasaba rozando la piel de una peca a otra, como en esos dibujos de conectar los puntos. Estaba muy cómodo tratarlo así, ni siquiera estaba pensando en lo raro que era porque para él se le hacia lo mas normal del mundo. Al ver esos pelitos me salió una idea. Le agarré unos cuantos entre mis dedos y se los arranqué.
- ¿Nones o pares?
- ¡Hijo de...! ¿Me estás arrancando pelos?
- ¿Nones o pares? ¿Nunca has jugado?
- ¿De qué hablas?
- Tienes que adivinar si te arranqué un numero non o par de pelitos.
- ¿Como voy a saber eso? Solo duele.
- Por eso, adivina. ¿Nones o pares?
- Non.
- Uh, que pena, fueron cuatro.
- Ay, no, qué terrible - dijo con sarcasmo - ¿Y eso es un juego?
- Es que cuando no adivinas...
Solté sus pelitos y agarré otro montón, se los arranqué igual, viendo de nuevo como apretaba las nalgas.
- ¿Nones o pares?
- ¿Otra vez?
- Es hasta que adivines.
- ¡Qué culero! Yo nada más quería mi masajito.
- Pues es parte del masaje, viene con depilación gratis - Me burlé - ¿No vas a adivinar? Bueno, nueva ronda.
De nuevo solté esosvellos negros que tenía en los dedos y agarré otro montoncito, y bum, de nuevo. Estaban cortos, pero eran fáciles de arrancar. Ya los dos teníamos algo de calor a pesar del aire acondicionado, en cualquier momento alguien de intendencia nos iba a decir que ya iban a cerrar la escuela y que nos fuéramos, y eso volvía más emocionante molestar a Manu.
- ¡Pares!
- Que mla suerte tienes, esta vez eran cinco. Vamos de nuevo.
- ¡Noooo!
Una ronda más. Luego otra. Luego otra. Tenía la peor suerte del mundo... Pero no ayudaba que yo estuviera haciendo trampa. Cuando empezó a sospechar le empecé a enseñar cuantos le habia arrancado luego de que advinaba, extendiendo la mano hasta donde pudiera ver sus pelos. Ya no podía hacer trampa pero incluso así tuvo muy mala suerte y no adivinaba una y otra y otra vez. Finalmente adivinó una.
- ¿Nones?
- ¡Sí! ¡Fueron tres!
- ¡A huevo! - celebró de mala gana, chistoso sobre lo patetico que era celebrar algo así - ¡Ya me ibas a dejar lampiño!
- Jejeje, sí, quedaste bien peladito. Pero igues teniendo un chingo de pelitos, no te ocupes.
- Ay, cabrón... Ya me duele la espalda, ¿me dejas ir? Ya no quiero averiguar qué más "juegos" te sabes. Jejeje, eres un culero, Bernardo.
- Ya sé... - Le seguí dando un masaje - Es que la neta sí se siente bien tu culo.
- ¿Y por eso me tienes que torturar?
- Exagerado, ni fue tortura.
- No, das buenos masajes, bro. Pero ya me quiero levantar, sí duele esta posición.
- ¿Me dejas hacer una cosa más?
- Ya güey, nos va a venir a correr.
- Te puedes levantar, pero es con la tanga...
- Tú y tu calzon chino, andas bien obsesivo. Ya quítate.
Lo solté de esa llave con mis piernas y se levantó casi de un brinco. Empezó a estirarse y me di cuenta de lo flexible que era su espalda, se torció y dio mil ajustes y estiramientos que le tronaron algunos huesos. Estaba muy relajado ya hasta con algo de sueño. Yo pensé que ya no me iba a dejar más, pero no se subió la malla o el pantalón y solo me dio la espalda.
- Vas, pues.
No perdí mi oportunidad y le agarré la tanga de nuevo. Empecé a hacer pesas con él. Era más alto que yo pero muy esbelto y fácil de levantar. Apenas y se quejaba, pero sí apretaba allá atrás. La tanga era la más quejumbrosa, con ruiditos de tela que se rompía. Era lo que me faltaba, anduve viendo ese rojo mucho tiempo, necesitaba destruir esa tanga por completo. Era tan bonita y constrastaba con todo su cuerpo severo y masculino, no iba a poder dormir bien si no la rompía.
En lo que lo levantaba del piso por solo unos segundos, la tanga llego a ser tan delgada en su rayita que hasta pensaba que se habia vuelto invisible. Me cortaba la circulacion en los dedos pero tenía que seguir. Sus quejidos empezaron en serio cuando la tanga ya habia llegado hasta sus hombros. Ahí, di un último buen jalón y se rompió de la parte más delgadita, quedandose rota en mis manos, por envima de la cabeza de Manu y atorada en sus axilas. Me empecé a reir y él también, se acabo ajustando para ya tener la tanga rota que parecia trapito rojo en la mano. La otra mano se la pasaba por su raya, pescndo hilos sueltos y sobándose luego de su dolorosa despedida de su ropita interior.
- ¿Qué tal? ¿Le gané a tus hermanos? - dije.
- La verdad es que sí te ganaste tu lugar, como en el top tres mas dolorosos que me han tocado. Pinche tanga, esta cosa es un arma. No puedo creer que voy a tener que usar más de estas - se subió la malla y se paso unos momentos acomodándola - Lo que sí es que se siente chingón ya no tenerla, sí me siento bien libre.
- Ah, ¡de nada! - dije.
- Pinche imbecil - me pegó en el hombro, burlón - Me debes tangas. La proxima clase que nos veamos me traes minimo dos tangas nuevas.
- Chingá, ¿y eso?
- Pues me rompiste esta, de menos sé responsable.
- Es que da pena ir a comprar tangas.
- Ah, pues hubieras pensado eso antes, bro. Antes de dejarme toda irritada la raja.
- Bueno, es lo justo.
En ese momento un hombre mayor con un bote de basura y unaescoba nos dijo que ya estaban cerrando, muy educados, como si no hubiera pasado nada, le dimos las gracias y dijimos que ya íbamos de salida.
En lo que recogía mis cosas, Manu extendió la mano con su tanga tronada.
- Toma.
- ¿Qué?
- Te la llevas. No voy a llevarme un calzon arruinado, ahora es tuyo.
- No inventes, no me voy a llevar eso. Tírala a la basura.
- No. Te la llevas en tu mochila. Tienes suerte de que no te la meto en la boca. Pero me la rompiste y ahora es tu problema.
Me resigné y la metí a mi mochila. Era tela la completamente destruida y sin valor, la tenia que tirar a la basura en otra parte.
En lo que salíamos hablamos de tareas y cosas que habia que trabajar en nuestro dueto. Nos despedimos chocando puños y al final Manuel se rió, se sobo el culo y me dijo.
- ¿Sabes qué es lo irónico?
- ¿Qué?
- Ahorita me vendría bien uno de tus masajes. Será luego.
Y se fue como si nada. Me regresé yo a mi casa sorprendido de que me atreví y que lo dejó pasar. Me acordé de que e mi mocjila traia el recuerdo más extraño de un lindo día que pasé con mi amigo.
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