Thursday, December 2, 2021

Buenos días

En la carrera fui pensando en dedicarme fuera de a ser contador a mejor pasarme dar clases uno que otra vez, mucha gente de eso vive y les va bien. Pero me tocó ver de cerca la carga que tenía Benny y se me fueron las ganas. Nada más daba a secundaria pero verdaderamente nunca tenía tiempo libre. Digo, tenía tiempo libre pero porque él era un chingón en manejar sus tiempos. Siempre estaba entre revisar trabajo, agregándole al pln, preparando algo de una junta, siempre había algo y la presión nunca le llegaba. No sé cómo le hacíapara no volverse loco. La única vez que le pregunté me dijo algo que me hizo enamorarme tantito más "la verdad es que me divierte y los chamacos me lo van a agradecer luego". Me moría yo de envidia de verlo tan calmado y feliz con su trabajo. Pero claro que no me podía enojar con él.

Con la excusa de tener mucha tarea, ya habia averiguado como no regresar a mi casa en los fines de semana, y ya podía moverme a dónde vivía él sin que me tuvieran que prestar carro. Me había hecho un experto en autobuses, camionetas, precios de taxi y cómo empacar ropa para dos días en una mochila pequeña. Cuando llegaba en la noche, tomábamos un poco, oíamos música, hablábamos, entre todo nos podíamos pasar media hora besándonos hasta que se nos cansaban las piernas y cambiábamos de posición. Lo probé rasurado y con barbita y en ambos tenía labios como de algodón de azúcar, me encantaba como le sabía la boca.

No me cansaba de él, incluso cuando era así de inconveniente que nos vieramos. Él a cada rato sugería que podía ir a dónde yo me estaba quedando pero nuncalo dejé, no íbamos a caber en mi cuartito y siempre iba a tener que apurarse luego con trabajo.

Esa vez, estábamos en su sillón, la música bajita para no distraer pero suficiente para que no nos preocupáramos por hacer ruido. Me tenía puesto contrá él haciendo que curveara la espalda. Subió una de sus manos y me subió la camisa. Me pasó la yema del pulgar sobre uno de mis pezones, dándole de círculos alrededor de la parte dura. Me dio pena lo rápido que me puse a gemir, le salía una sonrisota cuando me lograba sacar un ruido. Me sacaba hormigueos por todas partes y me empezaba a poner bien caliente por todas partes. Solo con esa mano, con un dedo me estaba haciendo derretirme. Cada que hacia un ruido sólo me besaba más fuerte, como tragándose mis gemidos, interrumpiendome a su gusto.

- Ya, no... No hagas eso - le logré decir, débil.

- ¿Me detengo? - Me decía, susurrando e lo que le subía a la velocidad de cómo me frotaba - ¿Quieres que pare?

No se detenía, sabía que me estaba gustando y no se aburría de jugar con lo paraditos que estaban. El calor de su mano hizo que me diera mucho frío en el otro, los dos me los estaba dejando sensibles. Cada que trataba de hablar me interrumpía con un beso y se reía. Benny traía una camisa de vestir de botones, color salmón y unos pantalones negros de tela muy apretada, se había soltado la corbata y la tenía suelta sobre el pecho. Al maldito casi se le truena la camisa de lo grandes que estaban sus pectorales, ¿de dónde carajos sacaba tiempo para hacer ejercicio?

- Se te están parando más - se burlaba - ¿Seguro que no te está gustando?

Empezó a usar pulgar e índice, dando pelliscos muy muy suaves, más como acariciándome y frotándolos hacia afuera, me parecia que les estaba sacando punta. No dolía pero apenas y podía pensar. No le pue responder y le dije lo que quería oír.

Me acomodó para estar más erguido. Me puso una de sus manotas en el cuello para hacerme subir la cara y detenerme ahí en lo que él bajaba a plantarme un beso ahí en mi pezón. Sus putos labios. Esos malditos labios llenos y perfectos. Tenía la misma tecnica que en mi boca, saboreándome, pasandose lento de un lado a otro. Yo estaba muy muy tenso, y la mano en el cuello no me dejaba defenderme. Se sentía tan rico que hasta pensé que me dolía. Sus dedos en mi cuello me masajeaban igual, cuidándome. En lo que me chupaba el pecho me tenía inmovilizado. Su otra mano solo me estaba levantando la camisa. Me miró desde abajo en lo que me pasaba la lengua entera por ese lado, en un punto usó un poco los dientes pero sin morder, solo para sentir cómo me ponía más y más sensible.

Soltó mi camisa y metió la mano libre en un vaso que había en la mesita frente al sillón. Me había preparado un cóctel, un destornillador, y por todo hacia mucho que no me lo tomaba, tenía hielos y sólo se estaban derritiendo. Metió la mano a mi trago y se puso un hielo en la boca, saboreándolo un poco, viéndome a los ojos, pícaro y luego bajó otra vez a mi pobrecito pezón. Estaba tan duro que hasta la ropa me rozaba.

Con el hielo en la boca casi me hace ladrar, entre su calor en los labios y el agua helada que le caía a veces yo pensaba que me iba a morir. No podía respirar porque no quería gemir a todo pulmón. De vez en cuando, mientras me besaba por ahi me tocaba la punta del hielo. Se me escapó uno y la mano que estaba en mi cuello se pasó a mi boca. No me la tapó, peeo metió su pulgar dentro de mis labios, como para que no se moviera mi lengua.

- Shhh, te van a oír hasta en la calle, Berni... ¿Me detengo? Dime qe me detenga y lo hago, te escucho.

Él bien sabía que no podía hablar, ni le iba a decir que se detuviera. Se sentía tan intenso que jugara así conmigo, pero no lo quería parar.

Me siguió dando ese beso helado en el pezón hasta que se le derritió todo. Luego chupó para succionar todo el charco de agua fría que me había dejado. Cuando chupaba así yo pensaba que me los iba a arrancar, era como si me estuvieran dando toques desde ese pezón, lo sentía en todo el cuerpo y me excitaba cada vez más. Me soltó del cuello y me fui de espaldas, me sentía débil de todas partes. Me empezó a fritar el otro pezón muy muy fuerte y rápido, se sentía como que le quisiera prender fuego, era muchísimo calor y cuando lo trataba de detener con mis manos yo mismo me detenía y me agarraba fuerte al sillón. Me vio de cerca. Traté de esconder la cara pero se ve que justo por eso me quería ver así, ver cómo reaccionaba. 

- ¿Frio o caliente? ¿Cuál prefieres? - me dijo, susurrándome al oído.

Metió la mano a mi tragp otra vez, tomó otro hielo y me lo metió lento en la boca, dejando que se resbalara adentro. Sentí todos sus dedos acomodando ahí el cubo para que cupiera bien. Luego se lamió los dedos frente a mí. Me empecé a sentir mareado de toda la sensación, pero era un mareo de los buenos, como si todo diera vueltas pero no me dieran nauseas. Tenía los ojos cerrados con el hielo en la boca cuando sentí un lanzallamas contra el pezón que me estaba frotando. Abrí los ojos de golpe y vi que sólo me estaba respirando contra ese, exhalando para calentarlo más. El otro, el que quedó mojado de hielo se sentía más y más frío y el otro ardiendo de caliente. Los gemidos me salían ahogados por el hielo en la boca, no podía ni cerrar bien la boca.

Le puse las manos en la espalda para sentirle todos esos músculos en lo que se movía sobre mí. Ya no me ganaba en altura como cuando lo conocí al inicio, pero me sentía diminuto en sus manos. Me enrroló la camisa para poderme detener las muñecas con sus manos y juguetear con el resorte de mis calzones por el lado. Yo sudaba y sudaba del calor y las sensaciones y el hielp me daba agua bien fria y deliciosa que tomar mientras.

Volví a sentir una de sus manos contra mi boca y abrí. Sacó el hielo, y me jaló para que le pudiera dar un beso, sin estar ya boca abajo. Sentí su lengua pasándome por toda la boca, como si me estuviera tratando de masajear por dentro. Entre el beso le logré decir.

- ¡Frío está mejor! - los dos me estaban volviendo loco pero los escalofríos que me dio el hielo me gustaron más que ese calor que me tenía sudando.

Me trajo más contra su cuerpo, poniendome una mano en la espalda baja para sostenerme. Lo sentí usar un dedo para seararme el resorte del calzon del cuerpo, como para que se me viera la rayita. Puso el hielo justo ahí, haciendo que me subiera el frio por al columna.

- ¡Benny!

No me respondió, me siguió besando sin dejarme quitar el hielo de ahí. Se fue derritiendo y bajó, toda esa agua fría bajaba lento por mi cuerpo, pasando entre mis nalgas. Con todo el calor que ya traía era más complicado de soportar, pero me tenía ocupado con la boca, feliz de la vida de cuando apretaba el beso por el sentimiento del hielo. Me pasó la mano todavía fría por mi nuca, atrás de mi cuello. La temperatura me tenía paralizado. Toda ese beso además me sabía a naranja y vodka.

Me fui acostumbrando al frío en mis nalgas cuando Benny me empezó a dar de agarrones. Odiaba que usara pantalonea de mezclilla, siempre me los desabrchaba y metía las manos para agarrarme por encima de la ropa interior. Ya tenía los calzones mojados y todo el trasero frío y vulnerable, cuando me pasaba las manos venía un calorcito fantástico. Me las apretaba, a veces solo las sostenía o me las sobaba. Me sentía como plastilina en sus brazos, y bien que lo sabía. Me quería moldear, ponerme como prefería, tocarme por todas partes.

Le encantaba masturbarme mientras me veía a los ojos. Ya cuando veía que estaba cerca se detenía y me empezaba a dar besos como mordidas en el cuello. Yo claro que lo tocaba a él, todas sus texturas eran de lo mejor que había, me podía pasar horas pensando en cómo se sentía.

Nos dejábamos de hablar luego de un tiempo, me agarraba como quería y sin hablarle yo le indicaba hasta donde y por donde. Siempre llegba un punto en el que se tomaba el trago que no me habia alcanzado a mí y me cargaba hasta su cuarto. Me caía encima riéndose y luego me acomodaba para lo que seguía. En lo que se ponía el condón jugueteaba con mi verga en lo que me desnudaba.

Funcionábamos muy bien, la verdad. Me costaba mucho trabajo las primeras veces pero tuvo paciencia, se la pasaba mucho mejor en lo que venía antes del sexo a cuando lo hacíamos, para ese punto estabamos tan emocionados que solo lo hacíamos lo más rápido posible, no nos podíamos contener. Luego yo le dejaba mordidas en donde lo alcanzara y luego de unas dos o tres veces, ya estabamos agotados. Me traía una toalla y me dejaba bañarme primero. 

Más de una vez entraba a verme y luego se bañaba conmigo. Pero ya ahí nada más me entraba un sentimiento como de pillamada de estar compartiendo regadera, ya no era nada de lo sexual. Era ahí que me acordaba que además era un muy buen amigo.

Yo sabía además que cuando yo no estaba se veía con alguna de sus chicas. Francamente nunca me molestó, tampoco era como que yo estuviera tratando de que nos vieran de novios o presentarlo como mi pareja. Las cosas no estaban para eso. Creo que no me dio celos porque sabía que yo no le podía dar lo que ellas y ellas no le podían dar lo que yo. Por lo que entendía ellas también estaban buscando algo sin lazos, me habria sentido mal de ser "el otro" en una de esas relaciones. Muy libertino mi Benny. Me preguntaba si me molestaba muchas veces, que se podría detener, pero con lo rápido que cambiara de una a otra y lo honesto que era al respecto, hasta me sentía lindo de ser el único hombre con el que se veía.

Además, pasábamos fines de semana enteros juntos, y por lo que tenía entendido no era el caso con ellas.

Siempre se despertaba temprano. Me dejaba dormir un poco más. Esa vez me levanté con su corbata amarrada alrededor de una de mis muñecas. Me lo dejó de recuerdo.

Se quedaban las sábanas destendidas de cuando se levantó y nuestra ropa tirada por todas partes. Me puse una de sus camisetas, una que le quedaba grande a él y a mí casi me llegaba a las piernas. Me puse un boxer de esos sueltos que me traje. Él estaba en la sala, calificando cosas en la mesa, nada mas traía calzones. Se había puesto sus lentes, ahí me lo creía de maestro y me daban ganas de besarlo hasta que se muriera. Llegué por detrás y le abracé el cuello, viendo lo que hacía.

Traía una trusa blanca uno de esos calzones clásicos pero con el Calvin Klein en el resorte. Se le veían bien apretados, como que se los hubieran pintado encima. Tenía todo el cuerpo muy peludo, y mientras lo abrazaba no me contuve y bajé las manos a sus muslos, masajeándole la carnita con mis dedos.

- ¿Qué revisa, profe?

- Unos parciales. Me pusieron un grupo nuevo y ni cómo enseñarles.

- ¿Así de mal?

- Hay algunos inteligentes pero hay un cabecilla que manda todo a la chingada, no los deja hablar y copia a cada rato, ya ni les quiero dejar tarea porque ya sé que se la van a pasar.

- Verga... ¿Y no lo has regañado?

- Claro. Ya hasta lo mandé suspender una vez pero sirve de bien poco.

Le seguí acariciando ahí, oliéndole el cuello y dándole un par de besos en la nuca. Mis manos se pasaron a mas arriba en sus muslos, metí los dedos en el resorte de enfrente de sus piernas, jalé un poco para que chocara con su piel.

- Deja ahí, ¿qué no ves que estoy trabajando?

- Es que ni dices buenos días.

- Buenos días, guapo - Me dijo, riéndose y dándome un beso en el cachete.

- Todavía me arde el pecho...

- Jajaja, ¿todavía? ¿Tus pezoncitos? ¿Te pongo un hielo a ver si mejoran? - se burló, le di una mordida en el cuello, lo suficientemente fuerte para que se quejara con un tssss y se desconcentrara - No me distraigas, urgido.

- Ándale, sólo puedo venir a veces - e dije - Te extraño, Benny.

- ¿Cómo? No me voy a ninguna parte.

- Ya sé, pero apenas y te veo.

- Flaco, puedo ir a visitarte para que sea más seguido.

- No, no, no es eso. Nada más te quiero aprovechar mientras te tengo.

Me dio un beso bien duro en los labios, se me olvidó que estaba pensando de la pura sensación. Me puso una mano detrás del cuello y para cuando nos separamos me veía con esa sonrisa contagiosa.

- Ahorita te hago algo de desayunar, pero necesito acabar esto.

- No tengo hambre...

- Jajaja, qué bien jodes, ¿esa camisa es mía?

- Creo, estaba ahí tirada.

- ¿Te la vas a robar?

- No sé, lo estoy pensando.

- Ni te queda.

Bajé las manos al resorte de su calzoncillo, lo empecé a estirar entre mis dedos, jugando levemente con la tela blanca, dejando que se me cruzaran los dedos sintiendo la textura. Lo empecé a jalar hacia arriba y soltó su pluma, se sentó bien y me habló con un tono jovial de amenaza.

- Hoy andas de malcriado, ¿eh?

- Como tu alumno ese...

- No, a él no le puedo hacer nada - Me tomó de la muñeca y se levantó lento - A ti sí.

Me traté de soltar mientras me reía, pero ya le habían cambiado los ojos a Benny, ya sólo me estaba prestando atención a mí. Se agachó de golpe poniendo su hombro en mi estómago y clavándolo ahí para levantarme. Me estaba cargando por encima de uno de sus brazos como si yo no pesara nada. Yo tenía una excelente vista de su trasero, como si estuviera viendo esa trusa con microscopio.

- ¿Qué vamos a hacer contigo?

- Jajaja, bájame.

- Ah, sí, ahora todo inocente! Pero bien que no me dejabas en paz. A niños así hay que castigarlos como se debe.

Con las dos manos agarré su trusa y la jalé hacia arriba (yo estaba de cabeza entonces fue para abajo para mí), de inmedato me vinieron a saludar sus nalgas. Tenía un culo precioso y a veces se dejaba jugar con él, pero no siempre. Le hice su calzón chino rápido y no dejé de jalar. Subió un poco un pie de la sorpresa y casi me caigo, pero me sostuvo bien, tomándome de un tobillo y poniendo la otra mano en mi culo, dándole palmaditas.

- Te la estás ganando, Berni...

Le respondí con un jalón más que le sacó un par de tronidos al algodón de sus calzones. Bajó una mano para sacarse la tela de la raya pero no lo dejé, seguí jalando y fue como un estire y afloje que duró unos segundos. Por como me tenía agarrado, si me trataba de bajar solo iba a empeorar la presión y yo estaba encantado de seguir ahí, aferrándome con todas mis fuerzas.

Fue ahí que sentí un aire frío en las nachas. Me había bajado la ropa interior hasta los muslos y tenía el culo al aire. Entonces sentí un golpe certero que me empezó a arder hasta unos segundos después.

- Suelta - Me dijo, confiado.

- Bájame primero - le dije, enrrollando más de su trusa en mis manos. Se veia que era cara, entonces no debía quererla rota. Sin esperarse, me llegó otra nalgada.

- Esa hasta a mí me dolió... ¿Ya vas a soltar, chistosito?

- No.

Metí las manos en los agujeros, jalando de lo que era tanguita y viendo de cerca como ese culo se tragaba toda esa tela. Le quería arruinar esa trusa. El podía ser todo profesional pero yo podía dejarle incrustrada una tanguita vergonzosa, tenerlo caminando raro verlo acomodarse esos chones. Ver a ese tipo grande y siempre intimidante con un calzoncillo infantil me sacó mi lado más molestón, más bully. Jalé como loco, como si quisiera romper una cuerda o si tocara una campana, de premio por cada jalón se agitaba ese trasero y me daba más fuerzas.

- Te puedo tirar de cabeza si prefieres. Ahí ves quién te atrapa.

- ¡Hasta que se rompa! - Dije, feliz.

- Yo tengo más pinches calzones, tú nada más tienes un culo. Me avisas cuando vayas a soltar.

Con la mano abierta y flojita para que fuera como un látigo, me cayeron muchísimas nalgadas sin piedad ni pausa. Pensé que tenía más manos para lo rápido y fuerte quelo hacía con una sola, una mano me detenía y la otra me cubría las nalgas de manotazos.

Cada segundo costaba más trabajo agarrarse, podía sentir ese ardor infernar tostándome el trasero y mis manos querían subir a cubrirme. Aguanté creo que unos diez segundos porque del dolor me empecé a tensar y patalear y caso hago que nos caigamos los dos. Con el vértigo me solté y subí el cuerpo hasta estar vertical y ya no doblado a la mitad por su hombro. Se quedó metida su trusa pero casi siempre así la traía, medio metida a cada rato.

- Bueno, te dejo y desayunamos.

- Jajaja, no sé... - Me pasó una de sus manotas por mi nalga, sintiendo el calor que había subido en ellas - Ya no tengo hambre. ¿Aprendiste tu lección?

- ¡Sí!

- ¿Cuál fue?

- No te molesto cuando trabajes.

- ¿Y?

- Nada más, te dejo en paz.

- No, no aprendiste bien. Deja te lo aclaro.

Me bajó pero solo para estar con las puntas en el piso, para cuando bajé de su hombro me tenia agarrado por los costados de mi calzón, no dolía tanto pero apretaba un chingo y no me dejaba cómodo. Se sentó en un sillón de esos individuales, como una silla amplia con colchones en cada parte, al lado de su sillón largo que siempre usábamos. Era la silla que usaba para ver la tele de vez en cuando. Me soltó del resorte y tomó asiento, se acomodó la trusa, se arregló el pelo y se dio dos toquecitos en los muslos.

- Boca abajo - Me ordenó.

Yo me estaba acomodando mis boxers sueltos, como si fueran shorts de niño, se sentían muy livianos y delgados, me sentía muy desnudo. Benny tenía un aire diferente a antes, nunca lo había visto así. No lo podía desobedecer. Fuera chiste o no, esos ojos no me dejaban opción. No estaba enojado, no tenía aire de soldado, seguía siendo amable y carismástico pero la mejor opción era ponerme en sus piernas. Me traté de reír, pero ya no pude, sentí las rodillas débiles y como con un puchero me puse en su regazo.

Me acomodó para que quedara bien, mi estómago contra sus muslos bien llenos. Me jaloneaba de un lado a otro para que cupiera bien, era hasta cómoda la posición. Subió un poco la rodilla para que tuviera el trasero bien al aire. A pesar de que cogíamos y ya nos habíamos dicho de todo, esa posición se sintió mucho más íntima que antes. Lo sentí como una autoridad, me daban escalofríos cada que me ponía una mano encima, como si tuviera la piel hecha de terciopelo caliente. Me movió el trasero, apretando mis nalgas como para moldearlas. Me tomó del cachete para que lo pegara al sillón y lo pudiera ver con la cabeza de costado.

- ¿Abajo o arriba?

No sabía qué decir, seguía teniendo una sonrisa pero como que se me derretía, me sentí en problemas pero de alguna manera me encantaba.

- ¿No vas a elegir? Entonces es arriba.

Me tomó de los boxers, la costura de la rayita derepente entró a darme un raspón hasta el fondo. Jaló una y otra vez hasta el boxer estaba tan metido que se habia vuelto invisible. Estaba expuesto otra vez pero hora era más doloroso, tenia que hacer curva la espalda por la presión.

- Te voy a dar diez nalgadas, nada más - Me susurró, sosteniendo mis calzones con una sola mano - Lo único que vas a hacer es contarlas. Vas a decir el número cada que te de una, ¿me oyes?

- Sí...

- ¿Te vas a portar bien?

- Ajá...

Lo peor era la anticipación y bien que lo sabía. Subía la mano, la bajaba rápido sin que me diera solo para verme tenso, apretando culo y volver a alzar la mano. Luego de un par de esas, cuando más me tomaba de sorpresa bajaba una mano que me cubría un gluteo y parte del otro, bajó como si fuera una toalla mojada. Un golpe duro pero tan rápido que la onda me agitba las piernas enteras.

- ¡Uno! - Grité, estremecido, con la cara contra el sillón.

- Volvemos a empezar - dijo, ajustándose un poco.

- ¿Qué?

- Reglas de soldado. Si lo dices a gritos volvemos a empezar desde cero. Esa no contó.

- No, eso no me lo dijiste.

- Pues te lo estoy diciendo ahora - Ahí sí se puso serio. Por un instante pensé que lo había enojado, empecé a sudar y a entrelazar mis pies. Hubiera estado muy facil levantarme, me tenía agarrado de los boxers pero no era nada del otro mundo. Pero no me levanté, toda la atmosfera me decía que no podía irme hasta que acabara.

Llegó otra nalgada, ahora centrada en la que no le habían pegado. El golpe fue igual de intenso y sacó un ruido que no me hubiera sorprendido que escucharan sus vecinos. Me iba a salir el grito pero me contuve, era cosa de respirar, apretar bien el pecho y luego hablar como si no pasara nada.

- Dos - Dije, orgulloso de mi aguante.

Se quitó la presión de mi calzón chino y de repente sentí dos dedos entrando a mi boca, eran como una mordaza que no me podía quitar ni morder.

- ¿Qué número toca? - Me preguntó, su otra mano en el aire, amenazada de queiba a bajar.

- Tres - Apenas lo pude decir, me salian las palabras entrecortadas y aturdidas. Nada más le podía chupar los dedos. Me cayó una nalgada, ahora al centro, le pegó a las dos. Como tenía la boca abierta no me pude contener el grito.

- No. ¿Qué número sigue?

- ¡Que tres!

Me llovieron unas cinco nalgadas, todas me sacaron un grito en lo que los dedos me dejaban la boca abierta y no me dejaban moverme bien. Podía sentir el calor como si me estuvieran horneando las nalguitas. Sentí que iba a quemarme hasta que grité "uno" como pude.

Cambió de tono de nuevo, me acarició el trasero, sobándolo y hasta bajando a darle un besito.

- Exacto - me dijo - Volvemos a empezar cada que no te comportes. No hagas trampa o te va peor.

Sacó sus dedos ensalivados de mi boca y los metió en mis orejas, dandome una sensación asquerosa que me io ñañaras por todas partes.

- A ver si así oyes mejor las instrucciones.

Ni yo ni él llevamos cuenta de cuántas nalgadas totales me dio. Volví a empezar muchas veces. Cada que avanzaba, podia llegar como a la quinta nalgada pero la sexta llegaba a un culo más sensible y adolorido y me sacaba algún ruido sin que lo pudiera detener. Volver a empezar era tener esa frustración de no poder llegar. Muchas veces estuve en un ciclo de solo llegar el uno porque más que la nalgada me dolía no soportar y regresar al inico. En todo ello se mantuvo fuerte con el agarre en mi calzon chino, ese boxer era como un cuchillo que me castigaba por mpver el trasero tratando de aliviarme el dolor.

En todo ello este aire de autoridad que traía él me mantenía quieto. Escaparme hubiera estado tan fácil y mi cuerpo entero me lo pedía, pero su tono, como me tocaba, cómo me agarraba, todo me tenía con la piel chinita y no lo quería desobedecer. Cuando Benny me decía que volviera a empezar ni se lo cuestionaba, sólo lo hacía. Yo sabía que luego a niños los nalgeaban con cinturón o con la chancla pero con la mano fue suficiente para mí. Hasta a él le ardía y se tenía que dener a estirar un poco la muñeca en cada repetición. Luego me platicó que nunca le había hecho eso a nadie, pero en el momento parecía todo un experto, como si su trabajo fuera de disciplinario. No se burlaba de mí, no hacía chistecitos. Con el dolor que estaba sintiendo, si hubiera tratado de ser simpático me habría enojado con él y podríamos haber llegado a una pelea en serio.

Tuve que concentrarme mucho, respirar bien y sólo con la mente entera activada pude una sola vez llegar al diez. No le rogue antes que me soltara, no me puse a llorar. Con la cara roja, logre llegar a diez y luego se detuvo. Me quedé ahí, respirando fuerte, con el calor a todo lo que daba en mi trasero. Me soltó el boxer y me lo acomodó, sacando toda la tela de ahí y teniendo mucho cuidado de que alacomodarlo la tela no me rozara el trasero. No había pasado mucho tiempo, seguían siendo horas de preparar el desayuno.

- ¿Cuál fue la lección? - Me dijo.

- No te voy a molestar cuando estés trabajando.

Me puso las manos en la cintura yme levantó. Me sentó en su regazo y me sacó otros sonidos de dolor cuando hizo eso.

Le vi la cara y regresó a ser el que era. Mi osito. Con ojos amables y claros, esa boca de labios suaves que no quería sonreir pero me hacía el día, esa barba corta pero adorable, ese cabello chino que me volvía loco.

- ¿Estás bien? - Me dijo.

A pesar de todo, había sido de las experiencias más emocionantes que había tenido. Me sentía como si hubiera corrido un maratón, tan satisfecho, tan enamorado. La verdad es que Benny se veía unas diez veces más guapo cuando asumía ese aire tan dominante. Pero entre el dolor y la forma en la que me agarraba, me empezaron a salir las lágrimas. Todo ese dolor sí se estaba almacenando aunque yo lo soportara. Ni siquiera estaba triste, era como la explosión de toda esa nalguiza.

Me abrazó, su pecho espectacular y sus abdominales me recibieron en lo que me apapachaba la espalda. Hasta hoy no tengo idea de por qué tuve tanta suerte de tenerlo a él. Me hundí en su piel, cerrando los ojos y dejándome llorar en lo que me abrazaba. Eso también era nuevo; llorar y que me abrazaran. Entre todo eso me salía risa, me sentía ridículo de estar llorando por unas nalgadas pero a él no le importaba.

- Pensaba que me ibas a pedir que me detuviera... Sí te las dejé bien rojitas, ¿quieres ver? Te puedo sacar una foto.

- Te creo... Carajo, duele estar sentado.

- ¿Te quieres acostar?

- No, tú quédate quieto.

- Te gustó, ¿verdad?

- Pues... Sí, la verdad. Algo. Es que sí arde como ni te imaginas.

- Luego a ver si lo volvemos a intentar, ¿cómo ves?

Me empezó a acariciar los costados, me empezó a dar cosquillas y ahí lo detuve. Me veía como burlón, casi casi lamiéndose los labios. No le tuve que responder, hasta yo quería ver cómo se sentía eso luego.

- Ya vete a trabajar - Le dije, todavia con ojos llorosos.

- No, ya me distrajiste. Te ves bien guapo en las mañanas. Aquí quédate, hasta que te hartes.

Me dejó ahí un tiempo, abrazándome y sobándome por donde podía, los dos apenas cabíamos en esa silla.

Finalmente me tuve que parar, ya me estaba dando caloe estar tan abrigado de piel y ya no me quedaban lágrimas. Me puse boca abajo en en sillón y me baje ese boxer para airear mis nalgas. Las vi de reojo y definitivamente estaban rosas y lo que le sigue. Las vi más redondas, pero obvio no habia moretones o ninguna herida. Hasta se veía tenue ese roja comparado a cómo se sentía.

Me puso una bolsa pequeña con hielos en la mano y lento a mi tiempo la fui poniendo allá atrás para ayudar con el dolor. Mientras Benny regresó a revisar esos papeles, viendome a cada rato a ver cómo me sentía. Le io flojera preparar lfo, así que sólo me dio un bolillo con crema encima y me dijo que si quería algo más que me lo podía preparar yo.

 Cada que se paraba, iba y venía, no podía evitar verle ese trasero cómo se le movía de un lado a otro, esas piernotas tentadoras. Me encantaba cómo se veía, verlo me aliviaba más que los hielos.

- ¿Te puedo nalguear a ti? - Le pregunté en un momento de sioencio en lo que solo se oia su pluma haciendo revisiones. Se rió.

- ¿Para vengarte?

- No, para sentir cómo es hacerte eso. Estás bien nalgón Benny, andas anojando.

- Un día de estos tal vez me animo. Igual, para sentir.

El día que siguió fue muy calmado, creo. No recuerdo nada más porque en la noche me tuve que ir y no pudimos probar mucho más, pero recuerdo bien eatar hí acostado, con el agua fria de los hieslos pasando por mis nalgas rojas, escuchando solo el refrigerador en la cocina y viendo a Benny como si fuera mi espectáculo. Era una excelente manera de despertar.

Mirador


No sabría si describirlo como un viaje escolar o un campamento. Cuando estaba en secundaria nos ofrevieron un proyecto de créditos por "servicio social" que podíamos tomar y costaba una fortuna. Más allá de servicio social se sabía que en tu último año a los grupos de tercero se les daba esa posibilidad y era más un viaje de graduación que tenías que pagar. La esvuela nos mandaba a diferentes partes cada vez para oir conferencias e irna reservas ecológicas y por ciertos días ayudar en un albergue. La ayuda que podían dar grupos de veinte adolescentes pubertos a punto de graduarse la verdad no era mucha. En general se sabía que era para quedarse todos en un hotel, tomar cuando los profes no nos veîan y casi siempre había en dónde nadar como el mar o un cenote, los alumnos lo veían más como un viaje turístico y ademas te sentías "grande" porque para muchos era de los pocos viajes que habian tomado sin nadie de su familia. Recuerdo que una chica estaba muy emocionada de que fuera una semana, tan emocionada que ella y sus amigas coordinaban y planeaban desde antes que se iban a poner cada dia ya que no habia que usar uniforme allá. Era divertido escucharlas a media clase discutiendo, se llegaban a enojar mucho por ciertas decisiones.

Cada que pienso en el programa más extraño se me hace. En los dias en los que coleccionaban pagos, podías conseguir un descuento si llevabas ropa vieja para el albergue o comida enlatada sin expirar. Me imagino que parte del dinero iba para los albergues entonces incluso si nosotros no ayudábamos mucho, de menos les pasabamos fondos. Lo extraño era justamente llegar a al escuela y todos cargando canastas de ropa vieja que sacaron de donde podían y cajas enteras de comida enlatada (que probablemente les costaron más dinero que el descuento) para poder ir al viaje.

El año que me tocó a mí fuimos a Yucatán, justamente a los cenotes. Los maestros de biología la tuvieron facil por un rato, dejaron el plan de temas para pedirnos todo tipo de investigaciones de los cenotes. Era llegar a clase, sentarte y ya saber que ahi venía una presentación de flojera que hizo un compañero que solo queria ir a nadar o a besarse con la que le gusta.

Cuando nos fuimos, todos estabamos con maletas, despidiendonos de nuestros papás y muchos tomando pastillas para no marearse en un viaje tan largo. Los maestros nos pidieron que armáramos los cuartos para que fueramos dos o tres personas por cuarto, iban pasando lista de quién iba con quién, no podían ser mixtos pero sí podían ser entre grupos. Yo de hecho no sabía con quién ponerme, tenía un amigo con el que jugaba magic en línea que se llamaba Oscar, era del C y me caía bien cuando chateábamos o hablabmos de vez en cuando, pero no lo encontré a tiempo y hasta a mí se me hizo raro pedurle que compartieramos cuarto. La verdad estaba nervioso y me empezó a llegar la tristeza hasta que Marcos se me acercó a que conpartiera un cuarto con él y David. Creo que ellos se volvieron mucho más cercanos desde hacia tiempo, siempre los veia juntos y yo me fui alejando un poco. Nos saludabamos en recreos y no es como que nso pelearamos o algo, solo me empecé a alejar sin darme cuenta. Eran muy amigables pero yo francamente estaba esperando que nos ibamos a volver a mudar por mi papá, entonces siempre pensaba que iba de salida. Resultó que nos quedamos ahí pero me empecé a acomodar a estar solo y ser el callado del salón por un rato. Todavia no sabiamos si tenia que haber un cuatro de tres o no pero se me acercó Marcos como si fuera lo más obvio y me puso un brazo por encima de los hombros para juntarme a él de lado. Yo supongo que no me resistí mucho, no dije que no, pero más que nada porque se me hacía raro que me preguntaran, no quería incomodar.

Nos anotaron como un cuarto, y nos pusimos a hablar en el autobús. Para dar contexto, Marcos siempre fue de los populares del salón. Desde primero se la pasba jugando tochito con los de tercero y para la segunda semana de clases, apenas ingresado, ya estaba llegando a clases escondiendo que tenía resaca. Voy a ser honesto, nunca he sido bueno para detectar cuando dos personas andan juntas, pero a mi entendimiento había sido "novio" (era secundaria y todos tenían como mil nombres para decir que se gustaban y andaban juntos, por eso las comillas) de casi todas las del salón en algún punto y había drama al respecto con las de otros grupos. David tenía mucho dinero y era bastante cerebrito, no dudo que fueran amigos para nada pero me constaba que a los maestros les enfurecía que se llevaran bien porque David le ayudaba a estudiar o le pasaba tareas y no podían reprobar a Marcos. Los dos me imagino tenían muchas opciones de a quién tomar de tercero por lo que se me hizo bien raro que me eligieran a mí.

La verdad es que no fue incómodo el viaje, hablamos, como que nos presentamos de nuevo, al menos yo. No habíamos hablado pero seguíamos teniendo temas en común. David y yo estábamos sentados juntos y Marcos estaba en lso asientis enfrente, de rodillas para vernos y hablar desde ahí, una compañera oyendo música a su lado. Fueron muchas horas de viaje y para el final ya todo era un chiquero. Estabanos compartiendo comida, todos hablando a la vez, ya nadie obedeciendo el "estar sentados a todo momento". Los de hasta atrás estaban cantando canciones a todo pulmón y riéndose y fajando algunos. El maestro al frente era el de educacion isica y al principio nos regañaba pero luego de detenernos dos veces para ir al baño y comprar algo de tomar en la carretera se rindió, también debía estar harto.

En un momento por hablar tanto se empezó a marear Marcos y se sentó bien, dejanos de hablar. David se puso de lado en su asiento acostándose y sacando las piernas al pasillo, se acostó en mi regazo y luego de un tiempo se quedó dormido ahí, arrullado por las curvas y el ruido blanco de todo ese desorden. 

Llegamos de noche y antes de eso Marcos le tomó una foto a David dormido ahí en mis piernas.

- Dormido como angelito - me dijo - ¿No se te entumen las piernas?

- No, está liviano. Como que me quiero acomodar pero lo tendría que mover.

- Que se despierte, que no sea flojo.

- No, jaja, ¿cómo crees?

Marcos pasó su mano por encima de los asientos y le dio un golpe muy pequeño pero que hasta a mí me dolió en los huevos a David. No era fuerte como para que doliera en otra parte, pero directo ahí se despertó con un gruñido y sin aire, retorciéndose un poco en lo que se le pasaba el dolor.

- A despertar, bella durmiente.

- Ahhh.... Ahhhh... Puto culero, no mames - le decía David con voz ronca de estar tanto tiempo así, se escuchaba que era lo habitual, no se le oía tan enojado como yo estaria si me despertaran así.

- Ya, Dave, dicen que ya casi llegamos y de que me ayudas con mis maletas me ayudas con mis maletas. El Bernardo es bien amable y no te quería despertar pero te chingas.

- ¿Ya ves como me trata? - me dijo a mí David, levantándose - Hay que denunciarlo o algo.

No sé si Marcos gastaba una fortuna en su dentista o se le veían mas blancos los dientes porque era más moreno, pero cuando sonreía parecían de marfil sus dientes. David ya usaba lentes de contacto y habia cambiado un poco su "look" desde la última vez que pasamos tiempo juntos, se peinaba bien y traía una de esas camisetas sin mangas y unos shorts de mezclilla, entonces se le veía el vello de las axilas. A esa edad a mí me daba mucha envidia los que tenían barba o vello notable porque yo estaba bastante lampiño. Nos dijeron que iba a hacer calor pero con ela ire acondicionado del autobus todo estaba helado, se le marcaban los pezones, me acuerdo que me tomaba esfuerzo no verselos.

Bajamos al hotel, cansadísimos y subimos a un cuarto que nos dieron cargando nuestras maletas. Era la primera noche así que las cosas no se iban a poner demasiado locas. Nos dieron de cenar, nos dijeron que a las siete de la mañana nos iban a despertar y que los maestros estaban entre los cuartos revisando que no nos pasaramos a otros. Era mentira que estaban de guardias pero estabamos todos tan cansados que ni lo cuestionamos. El hotel tenía una alberca bastante grande y tenía muchos pisos, pero de afuera no se vía lujoso, estaba casi vacio porque era temporada baja.

El cuarto era cómodo pero bastante pequeño. Había yo creo 30 centimetros entre una cama y la puerta del baño y un metro entre una cama y la otra. Sólo había dos camas. Tecnicamente cabia mas de una persona en cada una, pero no realmente, estaba bastante apretado. Dejamos las cosas como pudimos. Había una mesita con dos sillas cerca de una ventana grande que daba a la alberca, un buen ventilador al menos porque sí hacía calor en las noches.

- Ustedes dos comparten - Anunció Marcos, acostado en una cama viendo su celular - Yo me muevo mucho, los voy a tirar si comparto cama.

- Ah, sí, ¡qué fácil! - dije, sarcástico.

- Jajaja ustedes miden como un metro veinte, pinches enanos, caben hasta en una lata de frijoles.

David le aventó unos calcetines pero tampoco se resistió mucho. Él se veía mucho menso cansado que nosotros por obvias razones. Me metí al baño a cambiarme, traía una trusa roja y ya sabía lo que Marcos podía hacer si me veía con eso, no estaba para que se burlara de mí.

En cuanto salí, vi que David se estaba bajando lso shorts y tenía nada mas una trusa blanca bien pegada contra su trasero. De verdad que tenia linda forma, mientras que Marcos era el clásico de burbuja, grandotas, redondas por hacer tanto ejercicio, las de David eran como óvalos bien llenitos que cambiaban de forma cuando se movía, la trusa hasta brillaba de lo blanca que era. Marcos ni siquiera hacía ningún comentario. Yo me había puesto unos pantalones de algodón para dormir.

- ¿Vas a dormir en calzoncillos? - le pregunté, riéndome un poco.

- Es aue hace un chingo de calor, ya sentía que la mezclilla me estaba matando.

- La última vez que te vi usando de esos te hicieron calzon chino...

- Jajajaja, ¡sí es cierto! - Se acordó - Ustedes culeros se fueron contra mí.

- Eh, fue el Edu - dijo Marcos - Fue idea de él y de Bernardo a mí me obligaron.

- Sí, claro! Luego me lo regresaron a mí, patanes! - dije.

- Jajajaja, me acuerdo - dijo David - Traías una tanguita amarilla, ¿no? Te la subí hasta la cabeza

- ¡No era tanga!

- Jajaja, yo sé, yo sé. Sí me sentí feo de haberte dejado así, sentí que te enojaste porque luego ya no nos juntábamos - dijo David.

No sabía bien que decirles de que me haya retraído, ni yo lo entendía muy bien. Pero les aseguré que no fue por eso. Rwcordamos tantito más y luego el tema de eso se volvió del proyecto en sí y la maestra y esas cosas.

- Ah! Y al final ese culero de allá me enseñó que traía trusa en el camión.

- ¡¿Qué?! - dijo David, viendo a Marcos. Marcos sólo cerró un ojo y dio una sonrisa coqueta.

- ¿Y qué, papi? Son cómodas, jejeje...

- Cabrón, siempre te burlas de mí - dijo David.

- Porque se te ven bien ñoñas, a mí en cambio se me ven como de modelo de portada. Bueno, es que antes te veías bien matadito, Dave, ya no tanto. Lo sigues siendo pero ya no se nota mucho.

- ¿Sabes la cantidad de veces que me ha molestado por eso? - Me dijo David.

- ¿Muchas?

- ¡Un chingo! Cada que viene a mi casa se burla.

- Me burlo porque siempre te enojas y se te pone bien roja la cara. Jajaja, como ahorita, pareces manzana - dijo Marcos.

Yo me sentí tentado de bajarle el pantalón, hasta podia estar usando una trusa igualita y no se le notaba, pero sí era algo intimidante acercarse a él. Mi telefono no tenia pila entonces lo conecté para eso me subí a la cama y me acosté boca abajp para checar en lo que los dos se seguian peleando un poco, Marcos confiado y burlón y David tratando de no avergonzarse. De repente Marcos hizo una voz algo exagerada.

- Daaaaaamn! - dijo - ¿Qué vas a hacer con tanta nalga, Berna?

- ¿Qué?

- Estás bien culón, no me acordaba. Ya traías algo de eso antes pero ahorita pues verga, es otra cosa. Se te ven como pintados esos pantalones. Si tienes hambre podemos ver si alguien trae mas comida, nada mas no te comas el pantalón, güey.

En lo que se reía me trató de tomar una foto y traté de cubrirme pero de repente sentí una mano en el trasero. Me agarraba una nalga y la apretaba un poco. Liego hasta la agitó. Era David, de rodillas en la cama y tocándome el trasero como fascinado.

- En la madre, sí están bien suavecitas.

- Jajajaja hasta se te hunde la mano, Dave.

- Ya déjenme, babosos - me reí.

Llegó otra mano, una en cada nalga, apretando y como moldeandolas.

- Se siente bien raro, es que son como colchones... ¿Haces ejercicio, Berna? Nunca te veo moverte en recreos.

- ¿Será de andar sentado a cada rato? - Marcos se levantó de su cama para acercarse a la nuestra.

- No, pues ni hago ejercicio - dije, medio apenado pero un poco halagado.

- ¡Ah! Vienes en bici a la escuela, ¿qué no? - dijo David.

- Sí...

- Uy, la bici da unas pompis bien grandes - dijo Marcos - Es pura pierna, ¿cuanto haces desde tu casa?

- Veinte minutos, creo

- Pues sí, ida y vuelta son cuarenta minutos de pierna todos los días todo el tiempo pues sí tu cuerpo te va a poner almohadas para que te acomode más el asiento - Marcos puso un dedo en mi nalga y como que me picó a ver hasta donde se hundía - Verga, es aue además andas flaco, traes toda la grasa aquí.

- Creo que está más nalgón que tú güey - dijo David.

- Ya quisieras

- No, de verdad, están regrandes - Me las apretaba con cuidado, como si fueran frutas que estuviera viendo si ya estaban maduras.

- Ya dejen, cabrones... - dije, tratando de cubrirme, pero ya estaban hablando entre ellos. Marcos ya tambien me estaba agarrando una nalga.

- Estás pendejo. A ver, apirieta - me dijo a mí.

- No sean pendejos jajaja - dije. Marcos me io una nalgada.

- Aprieta el culo o te vuelvo a escribir que eres un llorón.

Apreté como pude, me estaba empezando a poner rojo de sentir tantas manos pero al mimso tiempo lo causal de como hablaban al respecto era pegajoso, yo también lo empecé a sentir normal y hasta ame empezó a dar curiosidad.

- ¿Ves? Ni se nota, todas blandas, no tienen tanto músculo.

- ¿Cómo no? Se pusieron bien duras.

- Ni madres.

- ¿Y qué tiene que estén blandas? Se siente chingón. Todas suavecitas. Mira - David pasó su otra mano al culo de Marcos y apretó - Las tuyas estan firmes pero pues ni se agitan - Con su otra mano me agitó las nalgas y entre tanto movimiento se me metió algo de la tela del pantalon en la raya, sentí como sacó la tela de ahi con dos dedos - De menos te gana en textura.

- No es lo mismo, yo estoy parado.

- Pues acuéstate, va a ser lo mismo.

- ¿Ah, sí?

Marcos se pasó al otro lado de la cama y se acostó boca abajo como yo, retador. Yo sabía que era competitivo pero no que eso lo llevaba a todo. David se reía un poco de todo, se veía divertido cuando lo mirada por enciamde mi hombro. Me traté de levantar pero no me dejaron, ya se había vuelto un concurso. Le tocó el trasero a Marcos y lo apretó un poco. Luego el mío, comparó.

- Pero no las aprietes.

- No están apretadas.

- ¿Neta? Pues es que están bien duras todavía. Ve, ni siquiera te lo digo yo.

David me agarró una mano y me puso en una nalga mía, sentí la textura de mi trasero y fue extraño, no me solía ticar y ahora que me hacían hacerlo sí lo sentía muy suave y mullido. Luego pasó mi mano al de Marcos, apreté pero aunque era un buen trasero sí estaba más rígido.

- ¿o no? - Me preguntó David.

- Sí, está duro.

- Bueno, pero ¿y qué tiene? - dijo Marcos, retador.

- Pues nada, es puro músculo y por eso más chico que el de Berni. De menos se siente peor.

- Jajaja, ¿gané? - dije.

- No, no, eso es una pendejada, ¿como está más chico?

- Hasta se ve, Marcos.

- Ah, no mames pues claro, él trae pantalones de esos de algodón, so sigo en jeans, pues claro que se va a sentir más duro, es la tela.

- Pues bájatelos - sugerí, de chiste, divertido.

- Bájatelos - dijo David en serio - A ver si en boxer es otra cosa.

- ¡Va! - Se rió pero sonaba serio, se puso de rodillas, se quitó el cinturón y se bajó el pantalón de mezclilla hasta los muslos.

- ¡Jajajaja! - me reí - Ustedes combinan.

Marcos traia unos calzones igualitos a los de David, blancos. Como con sus dientes, se veian hasta mas blancos por como se veian contra su piel. Desde donde estaba sí se le veía colosal al trasero, como que la trusa apenas y lo podia cubrir todo,le sobraba nalga que salia por abajo.

- Cállate, imbécil.

- Jajajajaja, no mames - dijo David, Marcos se acostó de nuevo, hasta le rebotaron las nalgas cuando cayó esa vez - No te voy a tocar la trusa, qué asco.

- Entonces nada mas ve, está mas grande.

- Jajaja, ni siquiera, y pues si se ve mas grande es porque estás mas alto, igual te gana. Verga, todos traemos trusa aquí.

- ¿Cómo? - pregunté, viendo si se me veía.

- Pues se sienten los resortes abajo de la nalga.

- ¿Trae trusa? - dijo Marcos, sonriente - A ver.

Me bajó el pantalon igual hasta en donde estaba él y vieron mi trusa roja y ajustada. Me lo traté de subir pero igual Marcos me dio una nalgada y me los volvió a bajar.

- Compara ahora, güey - dijo Marcos.

- Ay, ya sin nalgadas, cabrón...

- No te lo trates de subir - Me dio otra.

- ¿Soy el único que no trae blanquita?

- Compórtense - David se estaba riendo pero le dio tres nalgadas rápidas a su amigo. Luego igual puso una mano en cada culo y los agitó, si habia diferencia con el de Marcos. Metió sus dedos indice abajo del resorte de las piernas de nuestros calzones, jalo para arriba y lo soltó, sonaron dos golpes del resorte contra la piel. Se agitaron un poco y dijo - Pues a los dos les queda apretado el chon, a ver la talla.

Agarró mi resorte pero no venía nada que lo dijera, les quito las etiquetas porque es incómodo. Tenía las manos frías y sentía sus dedos rozando mi trasero con los dedos. Me daban escalofríos. Marcos se veía mucho más relajado que yo, que seguia algo incómodo, habia algo en su actitud que era más valiente que yo. Las manos se empezaron a sentir calientes o de menos tibias cuando sin querer me tocaba los muslos desnudos en vez del calzón.

- No viene - dijo David - ¿Por qué usas rojos? Parecen de superheroe jajaja, nada mas hay que ponerte una capa.

- Jajaja, o jalaselos hasta el cuello, de seguro parece capa.

- No empiecen... Si empiezan con eso me paro.

Entretenido, David se sentó en mis piernas, sentí el algodón de su trusa contra mis muslos.

- ¿Te paras? ¿Cómo? - me dijo.

- Jajaja, ¿le vas a hacer calzon chino? - presguntó Marcos, haciendo la cabeza de lado con nada de pena por estar eneñando así el trasero.

- No sé, tal vez - respondió - Me la estoy pensando.

- La otra vez le llegó a la cabeza, ¿no? ¿Crees que le llegue a cubrir la cara?

- Jajajaja, qué asco, ¿te imaginas?

Pasó las manos por toda la trusa, dandole jalones chicos nada mas para asustarme y verme tenso, funcionó. Por mucho que no pesara, me tenía inmobil sentado en mis piernas. Me empezaron a dar ñañaras por todas partes, como cosquillas o si me picaran muchos bichos a la vez, como toques electricos incluso. Me dio un tiron en serio pero sin mucha fuerza, los dos se rieron en lo que se me metió la trusa y se vio la parte de abajo de mis nalgas.

- Estás lampiño, Berni... - me dijo David, como si fuera yo un experimento - No tienes pelitos en las nachas, jajaja, o las piernas tampoco que digamos.

- Cállate... - dije, metiendo la cara en una almohada para que no me vieran sornojarme.

- El Marcos es como gorila, de seguro trae pelo hasta en la raya, jejeje. Hasta parece que te las depilas, Berna. ¿Te enojas si me trato de acostar? Parecen almohada.

- ¡Hazlo bien! - dijo Marcos, tomando el resorte de mi calzón y antes de que estuviera por jalar, David lo detuvo.

- No es para que le duela, nada más quería checar.

- ¿Para qué? Ya vimos que le gano yo - Se subió los pantalones hasta medio trasero, seguia enseñando sus trusas blancas con orgullo. Era muy frustrante no poderse burlar de él, no se iba a avergonzar nunca - Está grandecito pero le falta forma. Y fuerza. Eres buen segundo lugar, Berni - Me dio un pellizco y le solté un manazo.

Marcos se levantó de la cama, como si nada, y se regresó a la suya. David se quedó sentado ahí un rato, yo me trataba de zafar pero era tan tenue todo el contecto que se sentía raro, no dolía, no me estaba peleando mucho. Lo sentí tomar el resorte de la cintura y empezarse a reír.

- No, no, ya tengo sueño - dije.

- Yo no. Te hubieras dormido en el camión. Yo te despierto, sin problema.

Era raro que a él le saliera ese lado más bromista o cruel, pero de alguna manera no me sorprendía. Le podia sentir las ganasen los dedos, agarrando toda la tela que podía y haciendola rollo en sus manos. Me traté de quitar de abajo, pero me dio una nalgada.

- Más fuerte, ni la sintió - dijo Marcos, viendo su celular, sin prestarnos mucha atención. Se le veia algo de su trusita blanca, y ya viendolo con eso en mente sí se veia muy culón.

David me agarró de los calzones y empezó a jalar hacia arriba, metiendola toda a jalones y haciendome ponerme duro de las pompas para que no doliera. Ni lo estaba haciendo con todas las ganas, más que nada veia como se metia y se estiraba como si fuera un juguete o el calzón fuera de plastilina. Los dos se burlaban de como se me veia el trasero, y ya con las nalgas desnudas sentí frío, me las cubrí y David no me parecía detener, sí las sentí bien llenitas y suaves. Como ya no habia tela que me cubriera el culo se sentía mucho mas la trusa de algodón sentada en mis piernas, el calorcito de David ahí sentado, moviendose un poco de lado a lado.

Empezó a jalar directo hacia arriba que no dolia atras pero me aplastaba los huevos. Me jalaba directo hacia arriba y luego me soltaba para verlas rebotar. 

- Jajaja, verga, ¡parecen de agua cuando se agitan! - Me dio muchas nalgadas seguidas, no muy fuertes pero como si fuera un tambor mis trasero, las dos manos cayendo una después de la otra sin detenerse. Me retorcí y me jaló de la parte más profunda de mi trusa roja, del hilito, me tuve que quedar quieto o dolía más. Con una mano me detenia ahi y con la otra le pegaba de una nalga a otra, rebotando feliz en lo que subia el calor alla atrás. No eran muy fuertes pero eran tan rapidas y tantas que se acumulaba el dolor, de menos me moria de pena.

Me subió el pantalón hasta la cintura y me agarró de los hoyos de los chones para hacer que me parara me tenía como correa, me levanté quejándome del dolor, me di la vuelta y lo empujé a la cama pero no se soltó, entonces solo me dolió en los costados. Entre risas nos peleamos así un ratito, yo tratando de que me soltara y él haciendo lo que podía para no hacerlo. No era demasiado fuerte, entonces si le hacia yo con fuerza le podia hacer algo, perono quería que se resbalara.

- ¡Te voy a levantar! - dijo, tratando de cargarme desde los calzones pero no lo lograba, se me metía hasta dentro del calzoncillo y me sacaba un grito pero ni me ponia de puntitas. Seguía intentando y Marcos se empezó a burlar de él que no podía. David le parecia echar toda su fuerza pero no me podía separar del piso.

- Jajaja, no mames, ¿ni así? No está gordo el Berni - le decía Marcos - Tus pinches bracitos de popote, Dave.

- Cállate, güey, ya casi.

- Ya deja, si me los truenas te mato - le dije.

Lo intentó un par de veces más en lo que forcejeabamos y al final oi que se estaba tronando la tela y me cansé.

- ¡Ya suelta, güey!

Le di un pellizco en el pezón que se le veían. Con su camiseta sin mangas se le notaba algo suelta y vi el pezón rocita ahí abajo. Me atreví, metí los dedos y le di un buen pellizco. De golpe me soltó los calzones y se pasó a cubrirse el pecho pero yo estaba bien agarrado. Con la otra mano me meti al pantalon y me trate de arreglar la tangota que me dejó perlogre bien poquito.

- ¡Ah, mi chichi! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Ahí queda!

- Jajaja, tuércela, luego llora el mariquita - Decía Marcos desde su cama - Le diste al punto debil.

- ¡Sin torcer! ¡Aaah! ¡Berni! ¡Era de chiste!

- Uy, y directo a la piel, ni siquiera está cubierto. Verga, duele de solo ver.

No lo solté, tenía una cara bien linda cuando le dolía. Se le ponia la cara mas y mas roja y siempre sonriendo como para no sentirse tan mal. Los ojos bien cerrados y bien apretados en lo que se hacia tenso y trataba de quitar mi mano. Lo empujé de ahí para que acabara boca arriba, me senté en su estómago.

- ¿Te lo aprieto? ¿Eh? A ver qué tan grande tienes, ¿jugamos? - me burlé, pasando las dos manos.

Se puso tan rojo que pensé que se estaba asfixiando cuando puse mi segunda mano en su pecho. No paraba de reirse y de gritar, entre tanto me rogaba que me quitara, que no por favor y todo eso. Me dio risa verlo así, tan derrotado. Le quería regresar el calzon chino pero tendria que ser pir adelante y sí me sentí mal de intentar eso. Me bajé para acomodarme bien la ropa.

- Los dos están re locos.

- ¿Yo qué? - dijo Marcos - El Dave es bien rarito pero yo namás soy un chingón, ¿de qué hablas?

- Pues andabas ahí comparando trasero.

- No te hagas, se te antoja - Se dio una nalgada, como enseñando el culo.

- ¡Qué asco!

- Pinche envidioso. Jajaja, ya váyanse a dormir culeros, nos van a despertar como a las seis o alguna mamada.

David se levantó, todavía riéndose y se puso una camisa de manga larga del otro lado de la cama, como un sueter. Seguía en su trusa, dándome la espalda. Me queria arriesgar pero sí estaba bien cansado de todo el camino.

Apagamos las luces y nos tratamos de dormir porque justamente oimos los maestros patruyando a ver en qué andaba cada quien, nos vieron ya preparados para dormir y no hubo problema. Al parecer se llevaron a algunos de ellos ya con castigos o decimas menos por llevarse alcohol y estarlo tomando. Eramos de los calmados.

Estaba muy cómoda la cama y nunca habia compartido con nadie desde que era niño. Marcos se durmió porque se le notaba en la respiración, no roncaba sino que reapiraba más lento, más fuerte. Arruyaba un poco escucharlo. De repente oí como David me susurraba.

- ¿Estás despierto?

- Sí...

- ¿Me dejas sentirte el culo?

- Ya duérmete, culero.

- No, jajaja, es en serio. Se siente bien rico y no tengo sueño. Me voy leve, como masaje. Es que sí me quedé con ganas.

- No mames, hasta me diste nalgadas.

- Ya nada. Es más, un agarrón y ya.

Estábamos hablando muy bajito para no despertar al otro, y tal vez por el sueño o porque me lo dijo como si fuera lo más normal del mundo, me di vuelta un poco para darle la espalda aunque estaba a mi lado.

- Uno y ya, sí me quiero dormir.

Me puso la mano, muy lento encima de la carne de allá atrás. Me dio un apretón, la agitó un poco, jugueteó con la tela con los dedos y luego le dije que ya soltara. Se rió un poco y me soltó. No volvió a insistir ni trató lo mismo de nuevo aunque me quedé de lado toda la noche. Me acuerdo de como se le sentía la mano fría. Me dio mucho frío cuando lo hizo, como que no me alcanzaban las cobijas. Me habría gustado quedarme despierto un rato más y seguirle al juego, pero caí como muerto.


Fui el primero en despertarme y me vestí antes de que esos dos pudieran empezar a molestarme otra vez. Marcos estaba boca abajo, medio de lado como si hubiera quedado desmayado o borracho, caido en la cama. Tenia los jeans a media pompa y la trusa blanca estaba bien adentro, le parecía un cachetero. Dejó ahí su teléfono lo agarré y se lo metí de juego entre las nalgas, no para que le doliera solo a ver si se mantenía ahí. Se despertó flojo y se lo quitó, ni me lo reprochó, me murmuró algún "pinche idiota" pero seguía sin abrir los ojos. Empecé a recoger mis cosas de mi cama y David estaba igual, como muerto, abrazado a una almohada. Se veía tan vulnerable que ni le quise hacer nada. Olía muy bien, no como perfume ni nada, pero olía bien como durazno un poco.

Les dije que se despertaran y me ignoraron, traté de prender el ventilador a ver si el ruido los despertaba pero se acostumbraron. Fue hasta que un profe tocó la puerta que se levantaron.

Ese día fuimos a un mirador encima de un monte, de verdad que no me acuerdo qué era el lugar pero tenía una vista fantástica de la ciudad, los pueblitos de alrededor y lejos hasta pedazo del mar. Nos dieron platicas de algo y estuvimos viendo exhibiciones (claro que estaba prestando muchisima atencion porque ya ni me acuerdo de que eran jajaja) pero luego de un rato nos dejaron a explorar solos.

Me puse contra el barandal y llegaron Marcos y David junto a mí. Platicamos un poco pero yo estaba más fascinado con la vista. Nos quedamos callados viendo.

Marcos no dejaba de ver su celular, tomando fotos y sentí en mi mano izquierda como David jugueteaba con mis dedos. Tenía la piel suave, muy bien cuidada. No nos volteamos a ver pero un poco por inercia le fui reapondiendo al contacto. Primero me pasó el pulgar por el contorno entero de mi meñique, como si le diera miedo romperlo o como si fuera de hielo. Se le resbalaban los dedos en lo que en secreto me trataba de dar la mano, viendo que ni lo trataba de parar ni decía nada. Con la vista ahí la verdad es que no estaba nada mal tener la mano de alguien contra la mía. No nos dijimos nada, pero creo que los dos estábamos esperando que el otro se detuviera. No lo podría explicar yo, pero me agarró ese contacto en mis dedos cuando yo estaba perdido en la vista. Como que lo volteaba a ver de reojo pero tampoco me estaba viendo a mí. A mi otro lado Marcos de seguro habría hecho un comentario burlón, y tal vez por eso era en secreto. Me subió la tempratura, sentí el corazón acelerado pero no se me puso la cara roja. Luego de un rato Marcos una chica del C le habló a Marcos para que se uniera a su grupito y nosotros dos lo seguimos. Para ese punto ya teniamos los dedos entrelazados y yo le estaba haciendo un masajito con mi pulgar en uno de sus nudillos. Nos soltamos al mismo tiempo cuando nos separamos para seguirlo. Nos vimo a los ojos, los dos con una mirada de que no queríamos hablar al respecto pero ya nos habíamos entendido. Actuamos como si nada.

Me acuerdo mucho de ese mirador y la pasada que tuvimos pro las exhibiciones con el grupito de las del grupo C, era ya un grupo grande pero ahora sentía mucho más a David, como que siempre estaba a donde yo volteara a ver, como si ocuoara más espacio. De verdad que aunque cerrara mis ojos sabía en donde estaba. Yo me moría de miedo de que estuviera siendo muy obvio viendolo a cada rato, no dejaba de pensar en por qué me empezó a dar la mano y era como si todavía la sintiera ahí. Nadie se dio cuenta de nada, de menso no nos estaban prestando mucha atención.

Más tarde, cuando el sol ya estaba a todo lo que daba, nos subieron al camion otra vez para ir al cenote. Habia mil dramas sobre los trajes de baño de ciertas chicas y que a las maestras no se les hacian apropiados, mil escándalos de gueyes que querían entrar en calzones porque se les habia olvidado un traje, filas y filas para cambiarnos dentro del camión, todos sin voltearnos a ver. Nos teniamos que bañar en unas regaderas antes de poder entrar al cenote. Marcos se separó de nosotros porque creo que una de las chicas que le gustaba estaba teniendo problemas con maestros, no la querian dejar entrar y él quería defenderla. Otra vez, entre todo, nadie nos estaba viendo a David y a mí.

El lugar era precioso, una de esas cuevas de techo abierto en la que entraba luz y el agua más limpia que has visto en tu vida. Estaba tan limpia que pasaba ese efecto visual en el que no parece nada profundo y cuando te metes no alcanzas el fondo. Nos dijeron que no trataramos de bajar hasta el fondo porque podía ser muy peligroso. Todo estaba oscuro e iluminado al mismo tiempo. Habia grupitos de gente de nuestra escuela pero tambien de gente que parece que estaba de vacaciones. Era tenporada baja entonces no habia multitudes, pero sí lo suficiente para irme nadando hasta el otro lado y salir a una cuevita bastante escondida desde donde podía ver el cenote de lejos. No nos pusimos de acuerdo, yo estaba ahí sentado, lejos de todos, viendo el lago con las piernas en el agua, sintiendo el eco de todo el lugar y David llegó nadando, también sin llamar nada la atención. 

Se subió a mi lado, su traje de baño corto azul se le veía genial. Verlo salir del agua me pareció que era un modelo. Cambia mucho como ves a alguien cuando sabes que le gustas. El hecho de que él estuviera disponible y tuviera ganas lo volvía mucho más atractivo.

Me acuerdo de cómo sonó el beso cuando el sonido rebotó contra la piedra. Yo estaba sentado y él se puso en cuatro para inclinarse y darme un beso en los labios. Duró poco, me imagino, pero el silencio que vino luego se sintió como años. Nos tomamos de la mano y estuvimos ahí lado a lado viendo a los demás desde esa cuevita. Yo quería otro beso, pero ya no sabía lo que estaba pensando.

No sabía que decir. Él tampoco, me imagino. Poco después nos metimos al agua y nadamos a donde estaban otros.

Las siguientes noches ya no salieron juegos como los de esa primera, compartimos cama y lo más que pasó fue que mos dimos la mano una vez más luego de eso. No sabía si ofenderme o no, pero seguía siendo muy amigable, como antes. Pero hasta ahí. Nunca hablamos al respecto y aunque no acabó mal la cosa, no llegamos a nada. Creo que él ya lo tenía en mente, puede que haya sido idea de él que compartiéramos cuarto. Lo bueno de no hablarlo es que nadie se tenía que enterar y no tuve que meterme en problemas con nadie, pero lo malo es que me quedaron muchas preguntas. El viaje luego de eso no fue muy llamativo, estuvo bien, me divertí, pero nada más. Lo seguí viendo en la escuela y siempre quería preguntar, pero se me hacía ya medio extraño, siempre pensaba "de seguro ya ni se acuerda" o "ya pasó mucho tiempo", y era más cómodo no hablar al respecto, tenerlo como secreto.

A veces me pregunto si él todavía se acuerda. Yo creo que no, se ve ocupado. No estoy seguro de si lo quiero o lo odio por haberme dado las ganas sin que llegara lejos, pero de menos me queda el recuerdo.

Mi "amigo"

 Por muchísimas razones yo siempre traté de no meterme en peleas en la escuela, no que todos me quisieran o me tuvieran miedo pero me aseguraba de no caerle mal a los que me podían partir la madre. Ayudaba que me juntaba con chicos que eran más atletas y más bravos que yo, entonces tampoco era que estuviera facil irse contra mí. En la carrera yo esperaba que la gente era más madura pero todo parece indicar que no. En mi universidad había peleas a golpes a cada rato. Casi siempre decian que era porque estaban borrachos, pero decian que muchas de esas empezaron porque uno trató de asaltar al otro. Parte del problema era que la univeraidad tenia dos estacionamientos muy pegados y algo dificiles de maniobrar. Una vez a una chica la mordió una serpiente en el estacionamiento y la ambulancia ni pudo entrar (no fue venenosa ni le pasó nada, pero era un estacionamiento incómodo), entonces también estaba mal cuidado. Casi todos los dias habia un roce o un choquecito o un llegue y se resolvía a golpes.

Voy a ser muy honesto, la verdad es que no tenía amigos en la uni. La carrera me estaba matando el cerebro y nunca fui muy fiestero, entonces fuera de clases no conocía a nadie. Habia un chico de primer ingreso con el que podriamos decir que me llevaba bien: Victor. 

Nunca me quedó muy claro pero parecía que se habia adelantado un par de años. No se veía niño, hasta tenia algo de barba y bigote (muy tenue) pero por como se arreglaba se veia mas joven. Usaba sudaderas de colores muy aguadas que lo hacian ver muy pequeño y tenia unos lentes de armazón bien grueso y tenía pelo largo que le estorbaba la cara y se la pasaba soplándoselo. Estaba un poco llenito, moreno, de hombros anchos pero piel muy limpia. Siempre se estaba poniendo crema en las manos. No hablaba con nadie pero en algún punto me pidio mi telefono porque vio que compartíamos muchas clases y en caso de que se le fuera una tarea o le faltara un material. Eso era todo. Tenía mi número pero nunca lo usó. A veces nos saludábamos cuando entrábamos a las mismas clases pero hasta ahí. Muy callado, muy reservado, pero no tímido, hasta daba algo de miedo ahí todo quieto y sin hablar aunque se viera joven.

Estaba demasiado atareado para prestar atención en absoluto pero un día entró Victor con el labio partido y un ojo rojo medio hinchado. La clase ya había empezado entonces lo vi de reojo. Lo mas notable era que le estaba costando trabajo tomar notas, le parecía doler el antebrazo.

Al final de la clase me le acerqué a enseñarle mis notas por si le faltaba algo y de paso le pregunté qué había pasado.

- Me peleé con un pendejo.

Le tomó foto a mis notas para luego y ya se iba a ir pero lo detuve, le dije que de menos tenía que ir a la enfermería o a ver a un doctor o de menos ponerse algo para que no se le infectara nada. Resultó que además es retedespistado el chico, ni sabía que habia una enfermera de la uni ni sabía que teníamos una clinica cerca. De menos me quedo claro que no iba a fiestas tampoco porque ya todos se sabian el chiste de que cada lunes habia cola para hacerse pruebas en la clínica. Lo llevé a la clínica, lo checaron, resultó que sí se había roto un hueso del antebrazo. En el camino hablamos de Fire Emblem que tambien le gustaban los juegos y aprendí que de hecho sí se saltó unos años en primaria, pero nada muy profundo. Luego me fui porque lo iba a recoger su mamá. Las semanas que vinieron traía un yeso.

Esa fue la segunda vez que interactué con él, luego nos volvimos a no hablar por un semestre entero hasta que pensé que se había salido de la carrera. Cuento todo esto de antes porque cuando me lo volví a encontrar fue en ese estacionamiento agarrado a otro chavo. Se estaban dando de golpes y yo y unas chavas los separamos. Fue extraño encontrármelo ahí. Se veía un poco más cambiado, los hombros más anchos y de menos ya no estaba siempre en sudaderas, los lentes ya tenian una de las patas puesta ahi con diurex. Me reconoció y me saludó pero a mí me tomó un ratito acordarme de su nombre, se sintió bien incómodo. El otro tipo se fue y ni preguntamos que habia pasado, sí se veía algo borracho el otro y ya era de tarde.

Fue de hecho linda excusa para hablar de nuevo. Ya no era tan callado aunque todavía no era el rey de la fiesta o nada, pero lo veía más abierto. Cuando yo ya me iba a mi casa me preguntó

- Oye, ¿vas al gym?

La respuesta era no. Si no me veía gordo era porque apenas y comía entre viajes a casa y falta de dinero, pero no tenía nada de condición física.

- No, ¿cómo crees? Estudio para contador justo para no moverme - le dije de chiste, pero se lo tomó muy en serio.

- Pues no, güey, así no se hace. ¿No quieres venir? Hay uno bien cerca por acá y si vas de mi invitado te sale gratis.

- Gracias, Victor, pero creo que no voy a poder.

- Pues yo voy mañana, te busco y a ver si te animas. Trae un cambio de ropa en la mochila y nos vamos.

- No, no creo poder.

- Trae el cambio por si te animas.

- Victor, no tengo tiempo para ir a un gimnasio.

- ¿Cómo no? Tienes tiempo, a ver si te animas.

No me estaba dejando decirle que no. Ni siquiera sonaba como que me escuchara, decidió que iba a ir y yo me parecía estar preguntando. Fue buena idea que me diera todo un día para pensarlo. En la noche seguía creyendo que era mala idea pero justo antes de dormir me di cuenta que no estaria nada mal estar en forma, había leido que era bueno para el estres y yo siempre era un manojo de nervios. Lo que se me hacía raro era que fuera él. No eramos los más amigos y yo no le había dicho que queria hacer ejercicio antes ni nada. Me daba miedo que no ibamos a tener de qué hablar, y que ademas me iba a ver exhausto si nos veiamos en un gimnasio, daba pena. Al siguiente dia me fui con mi cambio de ropa pero todavia pensando que le iba a decir que no. Cedí, era gratis, si no me gustaba no volvía a ir, no perdía nada.

Cuando me vi con Victor para ir al gimnasio lo vi sonriendo. Nunca lo habia visto así, me puso un brazo por encima de los hombros y el agarre que me dio estuvo fuerte. Era mas chaparro que yo pero estaba bien motivado y feliz. Me iba haciendo mil pregintas sobre qué comí, qué tanta actividad tenía normalmente, si hacía deportes. Me hizo toda una entrevista.

Me di cuenta muy rápido de que Victor me acababa de invitar a la parte de su día que más le ilusionaba, que la escuela era lo de menos. Era contagioso, daban ganas de emocionarse tanto y darle menos peso a los exámenes y todas esas pendejadas. Yo todavía muerto de nervios, pero daban ganas de alegrarse así.

- ¿Cómo te encontraste este gimnasio? No queda nada cerca de la uni.

- Es al que va mi hermano. ¿Te acuerdas cuando me chingué el brazo? Me empezó a llevar con él al kickbox para que de menos me pudiera defender y de ahí ya empecé a seguirlo a sus rutinas. Pero nos vamos leve, sé que eres nuevo.

- Con razón, sí te veo cambiado.

- Algo, alguito, te va a gustar. A cada rato traen nuevos entonces tampoco te van a estar viendo.

- ¿Ya has llevado a otros?

- No, me cagan todos en la universidad.

Me puse un poco triste de que aunque yo ni habia hablado tanto con él probablemente era el único con el que habia hablado. La gente no se le acercaba y yo ya ni sabia si todas esas peleas la empezaba el otro o si había sido él. No sabia si sentirme alagado o asustarme de que sólo me hubiera invitado a mí.

No era uno de esos comerciales con tarjetitas y membresías y todo, era más como un piso en un edificio de oficinas en el que habian puesto un gimnasio. Tenian bolsas de arena por todas partes, maquinas de fuerza, un ring al centro en el que un señor ya grande le enseñaba a un chico de como 16 a tirar un golpe. No habia caminadoras, casi lloro, esperaba ponerme en una caminadora y solo correr un poco y salirme de ahí. Victor era un mentiroso, no habia nadie nuevo ahí, todos estaban fornidos como estatua y se conocían de nombre. Cuando entró Victor lo saludaron como "Topo".

Su hermano se llamaba Edgar, traía muchos tatuajes por los dos brazos y nos lo encontramos brincando cuerda. Este condenado probablemente tenía uno o dos años más que yo, pero me hizo sentir minúsculo nada más parado enfrente de mí. Yo creo que si me pusiera a hacer ejercicio desde hoy hasta que me muera no acabo con brazos como los de él, parecían dibujados.

- Edy, es mi amigo - me presentó.

- Ah, ya, Bernardo, ¿no?

- Sí, jeje, ¿ya te había dicho de mí? - le dije

- Pues claro, sin ti se le jode más el brazo. ¿Y qué o qué?

- Viene de prueba - dijo Victor - Es nuevo entonces hay que irse leve, ¿no?

- Claro, sí, ¿ya comió?

- Me dijo que sí

Empezaron a hablar de mí como si no estuviera ahí parado, Victor sacando todo lo de su entrevista conmigo a su hermano. Edgar se detuvo, me agarró de los hombros y me levantó según para sacar una idea de mi peso.

- Van. Cambiense, limpiense para no dejar un puerquero en las máquinas. Apúrense.

En cuanto me di la vuelta, me soltó una nalgada que se oyó como un aplauso bien bien fuerte. Se tardó en llegarme el calorcito a la nalga, pero cuando llegó ardía muy recio. Victor sólo se rió un poco y igual con un brazo en mis hombros me llevó a los vestidores. Yo aunque traia pantalones y calzon para pritegerme me tuve que sobar un poco el trasero.

Los vestidores eran cuatro regaderas sin cortina frente a unos casilleros y unas bancas de madera alineadas enfrente de un espejo grande y ya roto de dos esquinas. Los tipos de ahí estaban desnudos como si nada, con toallas o ni siquiera, ni notaron cuando entré. Sentí las manos de Victor jalándome los pantalones hacia abajo, pero traía cinturón.

- Ándale, cambiate de ropa, no te puedes mover en esto.

- Oye, tu hermano se pasó de lanza.

- ¿Qué? ¿La nalgada? Así es Edgar

- Sí, pero no se mide, sí duele

- ¡Pues sí! Para que te ocupes, si no no te apuras andas todo perdido.

- De seguro me dejó marca...

- Jajaja, ya pasó, luego te vengas.

Victor se quitó la ropa muy rápido y se puso de una que ya estaba en un casillero. Ya visto asi el cambio era muy notable. Seguía un poco llenito pero lo que era grasa ya se habia vuelto músculo. Tenia la espalda definida y los brazos tambien, se quito pantalon y todo, traía una trusa con estampado de cartas, con tréboles, corazones, picas y diamantes, el resto blanco. Ya traia el calzoncillo medio metido entre dos nalgas bien bien llenas y bien bien redondas. Se veia que era tela mala muy delgada se le hacia bolas, pero ni se arreglaba, solo se puso una camiseta sin mangas y unos shorts. Yo tuve el buen sentido de ponerme unos boxers algo sueltos y me iba a poner unos shorts de algodon encima, queria estar libre, mi camiseta era una de linterna verde que ya ni usaba, hasta me quedaba chica y ya tenia un hoyo en la axila me parece. Victor de repente me detiene.

- Oye, ¿quieres que te preste unos calzones?

- ¿Qué? ¿Por?

- Vas a estar bien incómodo con esos, necesitas algo que te sostenga.

- Estoy bien.

- ¿Seguro?

- Sí, de verdad. ¡Ya deja de verme, loco!

- Jajaja, bueno, yo nada más decía.

Primero fue cardio. Edgar parecía ser como cabecilla del lugar o de menos ya era conocido porque me estaba dando una rutina que hacer, Victor estaba haciendo de los suyo pero yo le tenía que hacer caso a este. Me puso a saltar la cuerda hasta que no pudiera más. Podría mentir y decir que duré dos horas y todos me aplaudieron pero ni madres. Esas chingaderas cansan y ya para el minuto no me acordaba como respirar. Victor tenia razón, el boxer se me estaba haciendo bolas dentro de short y tenia las manos ocupadas para poderme arreglar.

- A ver, hasta ahí - Edgar detuvo su reloj - Sí te falta condición. A ver, pasemos a los básicos, hazme una sentadilla.

Hice una sentadilla y me hizo que la hiciera de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, que la estaba haciendo mal. Me llegó por atrás y me acomodó las piernas y la cintura hasta que estaba en la posición que èl quería. Dolía muchísimo y sí sentí la diferencia. Me puso una pesa en los hombros y me dijo que continuara. Le seguí así un par de veces, jadeando y otra vez los malditos boxers me estaban traicionando. Se me subian hechos rollo por las piernas y sentía que se me iban a caer por adelante mientras por detras se iban metiendo hasta que me llegaba aire frio de lso shorts directo a mis muslos. Distraía muchísimo y no me podia acomodar, entonces solo hacia mal las sentadillas porque estaba distraido y empeoraba. Me decia que lo volviera a hacer "pero bien".

- ¿No que ya habia comido? - me preguntó.

- Sí comí - le dije, con mucho esfuerzo.

- Es que te andas tragando el pantalón.

Se rió y sentí que pasó uno de sus dedos por la raya de mi trasero como si fuera una tarjeta de credito. Me estremecí pero me puso una mano en la cabeza.

- No te distraigas. Usté está ocupado con sus sentadillas, luego se acomoda el culo.

Seguía haciendo las sentadillas mal entonces tomó una de las cuerdas y la dejó caer recta en donde lo viera.

- ¿Ves? Sube así, en línea recta, todo en las piernas, no metas cuello, no metas hombros, nada más piernas, sigue la línea como está.

De alguna maera me funcionó y logré hacer el número que quería pero le metio una broma. En la última bajé, puso la cuerda en donde estaba mi raja y cuando subí apretando las nalgas la soltó y se quedó ahí agarrada con mi trasero. Se veía como una cola y mi triunfo de haberlo logrado ya se sentía menos serio.

- ¿De qué chones traes?

- Boxers.

- Uy, no...

- Le dije - se metió Víctor, desde su máquina - Pero no se cambió.

- Ve a cambiarte y regresas, los boxers ademas te dejan bien irritados los muslos.

Sin preguntar me agarró el reaorte de los shorts a ver mis calzones.

- Sí, mira, además son de los rasposos. Póngase trusa, es mejor. En chinga, que aoenitas empezamos.

Esa vez traté de esquivar su nalgada pero estaba atrás de mí y me tenía tomado de un hombro, de nuevo PLAS me dio un golpazo que casi me saca un grito. Edgar traía un chicle, entonces se veía bien desinteresado en lo que pasaba a ver a los demás en el gimnasio, les daba consejos, les decía chistesitos y les enseñaba memes en su teléfono. No me gustaba su actitud pero puede que era porque acababa de empezar y ya me dolía todo.

- Te estoy diciendo.

- Pero va a pasar lo mismo con otros calzones - dije, tomando agua.

- No, porque te agarra todo - Se metió a su casillero y sacó otros calzones, unos grices claros, Hanes, se veía que eran de él.

- ¿Me van a quedar? - dije de chiste.

- ¡Culero! Vas a ver.

Era divertido entrar como él a la idea de que éramos amigos. No se le hacia incomodo entonces yo también podía creermelo. Claro que yo apenas lo conocía pero verlo así de feliz era hasta tierno. Incluso si em habia llevado a hacer el ridículo enfrente de su hermano.

Me subí esas trusas y me quedaron bien, sí eran mejor idea, todo adelante estaba más agarrado y ya no se estaba deslizando con los shorts, era algodón con algodón entonces todo estaba en su lugar.

Cuando regresé sí me podía mover más sin tantos ajustes. Se metía el calzoncillo de vez en cuando, pero lo normal, no se llegaba a hacer bolas. Viendo en el gimnasio habia otros cuates que se estaban tragando sus pantalones por la rayita pero ni se arreglaban, supuse que luego de un timpo ya ni lo notan, pero a mi me seguia incomodando.

Me quedó claro que tal vez el gimnasio era algo de ellos porque la gente se iba y Víctor y Edgar no, en algún punto ya estaba el señor mayor barriendo algunas de las maquinas y hasta habian un par de amigos nada mas de Edgar.

Luego de que me pasó por lo básico, mucho de lo mismo pero para que me llegara bien el aguante. A su favor, nunca me regresó los ojos de odio que yo le estba dando, me decia todo casual y siempre me dolia y costaba mas trabajo y aunque lo viera enojado, no me lo cobraba ni nada, solo andaba con su chicle y apenas prestandome atención. Luego de pasar por el "ya no puedo más" empecé a sentir que se me iba yendo el estrés, todo quemaba pero no me quería detener, siempre era una repetición más, un set, algo, pero podía seguir. Se convertia en un juego de resistencia y yo soy bueno en esos.

De repente me la estaba pasando bien. De seguro estaba sudando mucho y aunque siempre me molesta como huelo, ahí me dejó de importar. Víctor empezó a guiarme en los que Edgar y unos dos amigos platicaban y se metían al ring entre risas.

Yo estaba tratando de entenerle a una de las maquinas cuando de repente escuchó un golpe contra el piso y la voz de Edgar.

- Ríndete... Que te rindas.

Edgra tenía a uno de sus amigos tirado en el piso, con una rodilla y la cabeza en el suelo mientras él parado le sostenía el brazo al revés. El chico se trataba de escapar pero Edgar ahí lo tení bien quietecito. Se veían lo músculos del otro tratándo de levantarse y buscar una ventaja, pero no lo dejaba. El de abajo se agarró de la pierna de Edgar y logró que se cayera, pero no le soltó el brazo y le cayó encima de la espalda, como en una manita de puerco y con todo su peso manteniendolo allá abajo.

- ¿Ya te rindes?

El otro le dio dos golpecitos en el hombro y Edgar lo soltó.

- ¿Qué te ando diciendo? Cuida más tu espalda, no te anticipes. Yo voy a hacer lo que me de la gana, no me trates de leer la mente porque eso acaba. Vas, castigo.

El chavo se levantó del piso, se quitó algo de polvo y se puso a hacer burpis por un minuto. En lo que estaba él en lo suyo, Edgar empezó una con el otro. Eataban haciendo lucha pero más como de marciales mixtas que lucha libre aunque yo me los podía imaginar con sus máscaras y sus licras. Era muy fácil como lea ganaba, parecía regalado. Se esperaba a que perdieran el balance, los sometía un poco y marcaba una serie de golpes a la cara que no les hacían nada.

Para cuando acababa con uno, el otro ya habia acabado su castigo, y Edgar siempre con su chicle y su cara de "no me importa". Se veía que lo hacían de amigos, como cuando niños se ponen a jugar luchitas pero todos con cuerpos de atleta y haciendolo más brutal.

- Topo, te toca - dijo uno de ellos a Víctor.

- No, ahorita no.

- Ándale, entra.

- Estoy con Berni, al rato.

- Bro - dijo Edgar, sometiendo al otro - Ven, a ver si ya aprendiste bien.

- A la próxima. Eatoy guiando a mi cuate.

- Cabrón, ¿qué no ves que me preocupas? Siguen habiendo madrizas en la uni, ¿qué no? ¿Ya te sabes defender?

- Sí, güey.

- No te creo. La otra vez ni duraste nada.

Yo ya estaba acabando con mi set y me estaba empezando a doler todo, ya no necesitaba un guía. Víctor me dejó sus lentes y se metió al ring.

Duró más que los otros, cuando Edgar le trataba de tomar un brazo o una pierna la quitaba de ahí, mantenía su distancia pero al final no sirvió de mucho. Torciéndole una pierna hizo qu quedara recargado con las cuerdas. Edgar tenía una de sus piernas y Víctor con la otra apenas y se podía levantar, necesitaba agarrarse de las cuerdas para no irse de cara. Edgar chifló.

- ¿Hasta ahí? ¿Ya? Uy, Topo, ya hasta perdiste músculo - Le subió la pierna un poco más para estirarla y que le doliera - A ver, ríndete.

- ¡Ni madres!

Edgar tenía a Víctor de espaldas, inmovilizado. Con una mano agarró la pierna y con la otra abrió la palma. Le dio una nalgada como las que me había dado a mí, directo en el culo, sonó bien fuerte y yo vi que sí hizo una cara de dolor.

- ¿Ya?

- ¡No!

- Jajaja, como veas...

Igual de desinteresado, le fue tirando más y más golpes a las nalgas con la mano abierta, la fuerza de sus brazos le estaba dando nalgadas que hasta a mí me dolían de ver. Víctor se trataba de zafar pero Edgar lo predecía y cambiaba su agarre para mantenerlo igual, sin poderse defender el trasero. En un punto Víctor usó una mano para cubrirse y como respuesta Edgar hizo la finta de que le iba a dar un rodillazo en los huevos, en cuanto Víctor se fue a cubrir ahí, cayó la nalgada. Cada que lo hacia los dos amigos se reían y le decian que ya se rindiera.

- Van diez rápidas, ¿te rindes ahora o luego de las diez? - dijo Edgar - ¿Ya no hablas? ¿Se le olvidó al bebito?

- ¡Pinche---!

- Sin llorar, por favor.

Las diez nalgadas fueron como dijo, bien rapidas, nada de espacio y Víctor no tuvo ni tiempo de procesar, sonaba un poco como lluvia muy pesada. Hasta hacia eco como le sonaba el culo y cuando llegó a las diez la misma pregunta. Me puse a pensar que tal vez porque yo estaba ahí, Víctor no se quería rendir. De nuevo se rehusó.

Cambió un poco la cosa, se logró librar pero pronto ya estaba en otra llave, con el trasero de nuevo expuesto. Le dio sus nalgadas otra vez y vi ahora que rebotaban como de caricatura, esas pompis estaban muy grandes y muy redondas pero como antes era pura grasa y le salio musculo estaban bien bien flojitas, hasta con su trusa apretada y el short se le movían. Se quejaba del dolor y se empezó a sobar. Edgar le detuvo la mano.

- ¿Ya? No, no te rindas, ¿eh? Tengo ganas de llegar a cien. A ver si lloras. ¿Te acuerdas cuando llorabas?

- Güey, estaba bien chico - dijo uno de los amigos.

- ¿Te sigues tratando de zafar? Jajaja, ya Topo, ríndete, te cambio el castigo.

- Culero...

- ¿Culo? ¿Cual? ¿Este? - Le dió una nalgada más.

- ¡Ahhh!

- Jajaja, ya le dolió. Ya le dolió. ¿Pasamos a pellizcos mejor?

- ¡No!

- Sí...

- ¡Que no!

Víctor dio un gruñido en lo que Edgar le dio un pellizco con dos dedos a sus nalgas que ya debían de estar bastante adoloridas.

- ¿O prefieres que juegue a los pellizcos en tus huevos?

- Mrndo...

- ¿Qué?

- Nada...

- Van veinte nalgadas ahora. A la una, a las dos y...

- ¡Me rindo!

Lo dejó ir de inmediato. Y no sólo eso, l ayudó a levantarse y lo abrazó. Hizo voy igual para molestarlo pero le daba palmadas en la espalda.

- Ya, bebesito, shhh, shhh, sin llorar, sin llorar.

- Ya suéltame...

- Jajajaja, ¿te enojaste de verdad?

Lo abrazó en serio, dándole zapes level tratando de animarlo. Se veía mucho más casual, hasta sonriendo y Víctor le siguió, ya pronto se eataban riendo los dos. Me acerqué a dejarle los lentes y se los puso. Edgar lo abrazó otra vez cargandolo un poco.

- ¡Nunca es en serio, pendejo! ¡Siempre te pones así! Nada más es para que te defiendas, no para que te enperres. ¿Ya, feliz?

- Jaja, pinche joto - dijo Víctor, pegándole en el hombro bastante fuerte.

- Lo que importa es que le echaste ganas. Te costó trabajo.

Edgar entonces tomó la cintura de los shorts de su hermano y lo bajó hasta sus muslos, revelando esa trusa blanca con sinbolos de carta, medio metida en unas nalgas morenas que se veian mas oscuras por las nalgadas. Pero ka tela tenia una mancha de audor muy clara alrededor de su raya y Edgar le daba vueltas para que tod vieran.

- ¡Así se ve el esfuerzo, cabrones! - decía entre risas - Esa rayita de ahí.

- ¡Pendejo! ¡Ya!

- ¡No hay de que avergonzarse, Topo!

Se veía que Edgar quería continuar así por un rato, pero Víctor le dio un golpe duro contra la panza y lo tuvo que bajar. Quedaron en tregua y Víctor se subio los shorts, sin querer haciendose más bola la ropa interior.

- Falta el castigo - dijo uno de los que estaban afuera del ring.

Víctor suspiró, se sobó un poco el culo y wstaba a punto de hacer burpis hasta que Edgar lo detuvo.

- No, vas a tener otro castigo. A ver, tú, el Bernardo.

- ¿Yo? - dije. Ya tenía miedo de que yo tuviera que intentar eso, yo no podía ni con el calentamiento que ese monstruo se preparaba a sí mismo.

- Sí, tú, a ver. ¿Sí vas a venir? De rutina, me refiero. Ya te invitó mi carnalito pero para saber si vas a seguir viniendo.

No esperaba que me pusieran tanta atención para decidir al respecto de inmediato. Me la esyaba pasando bien, pero recordé lo que dolía estar al inicio y no supe, pero se me quedaron viendo y no iba a ser grosero.

- Sí, yo creo que sí.

- Ja! Perfecto. Topo, tu castigo es darle su bienvenida.

- No mames - Víctor se puso tenso.

- Se le tiene que dar la bienvenida, ¿se la hago yo? Tú lo trajiste.

- Pero...

- Es la bienvenida, güey - le dieron un zape.

Yo ya me estaba oliendo que iba a pasar algo malo, me alejé pero bien rápido Edgar ya me tenía, me pasaba un dedo por la cara, me presionaba para que su pecho estuviera contra mi cachete.

- Calmado, calmado. Es la novatada, es para que ya seas parte del grupo.

- No, no, mejor me la pienso, creo que mejor no me inscribo.

- Ah, qué pena, ¿entonces te toca la bienvenida sin que entres? - Me tronó una burbuja de chicle bien cerca de la cara - Tiene que ver con tus choninos.

- ¡Calzon chino no! ¡Calzon chino no! - dije, tratando de salirme de la llave sin lograr mucho.

- Jajaja, ya se las olió tu amigo - Se burló - Pero es más un servicio, ¿sabes? Es como limpieza.

Víctor se estaba acomodando todo en lo que se me acercaba un poco triste pero con anticipación, ya tenía cara de maloso. Se puso detras de mí y me tomó el resorte de los calzones.

Sentí como ponía los dedos contra mis nalgas, las yemas de sus dedos casi casi que me rasguñaron la piel como estaba. No entendí a qué se referían y ya cuando entendí me dieron ganas de no saber.

Tenía los calzones mojados de sudor. "La rayita del esfuerzo" como le decía Edgar luego, me bajaron el short para ver. Se burlaban de que se veía que era novato y luego le ofrecieron 100 pesos a Víctor por si recibir sus calzones de regreso cuando acabaran conmigo.

Cuando empezó a jalar sentí como me exprimían los calzones y se deslizaba la tela por mi trasero, entrando hasta el fondo y haciendo que me pusiera de punts. Los brazos de Víctor estaban tan fuertes como me lo esperaba, la trusa gris solo se estoraba y se me enterraba conforme llegaban sus jaloneos. Me traté de reir junto con ellos pero de verdad que el calzon chino venia con muchisima fuerza, casi me iba de cara no tenía en que apoyarme más que en la presión durísima en mi trasero y mis bolas. Luego escuxhe que se estaban riendo y Edgar me puso las manos en los shorts.

- ¡Pero que se le vean las nachas! Si no qué chiste

Me bajó los pantalones que de verdad no estaban haciendo mucho, tambien se me estaban metiendo en la raya como si fueran un segundo calzón. Era horrible sentir todo ese sudor que traía siendo exprimido contra mi raya, empujándose, metiéndose hasta que me quemaba el culo. No bajó por completo el pantalon, no creo, se me quedó a media nalga como en diagonal porque solo dio un tirón abajo y no estaba cerca. Me traté de subirlos, pero aunque lo hiciera lo volvía a bajar. Víctor se reía un poco pero me pedía disculpas.

- Es la bienvenida, le toca a todos - me decía.

Luego de que me sacaron un par de gritos que les dieron risa, Víctor me soltó y acabé con su trusa toda estirada pero bien incrustada en mi raja, como una tangota gris. Cuando me estaba arreglando, escuché a Edgar atrás de mí.

- Hazlo bien, culero, así ni le duele.

- ¿Cómo no? - decía Víctor

- Es hasta que se rompa

Yo me traté de alejar pero Edgar me alcanzó riendose y me puso las manos en los hombros.

- Quietecito, hombre. Si no te aguantas te pongo este chicle en al cola y a ver cómo te lo quitas jajaja... Ven, Topo, tú agarra ese lado.

- Verga, perdón, amigo - me dijo.

Edgar me agarró de la parte de tabga, metiendo una mano en cada agujero y jalándome directo hacia arriba, dejé de tocar el piso y sentí mis nalgas pegarse a su pecho, me detenía ahí con un poco de gruñidos de esfuerzo, podia sentir como se le movian los músculos de su pecho contra mi trasero, se movían un poco por mantenerme ahí. El calzoncillo se estiraba y entre sonidos de tela rompiendose yo iba bajando. Puse las rodillas juntas, movi los pies, me tensé, me sentía bien chiquito de que me pudieran levantar así y aún más de que me estaba quejando sin parar con la cara roja de la pena.

Victor me agarró uno de esos agujeros de tanga y entre los dos estuvieron jalando haciendo que me meciera de lado a lado unas dos o tres veces antes de que el calzon tronara por todos lados. Apreté el culo, las manos, la quijada pero de todas formas grité bien agudo cuando se rompió. Quedó asimétrico, entonces uno de mis pies podia tocar el piso con las puntitas y el otro estaba en el aire. No se detuvieron, Víctor quería pero Edgar no, siguió jale y jale y pude escuchar cómo se tronaba todo por todas partes. Tenía la piel bien irritada y ya no solo en el trasero, sino en los costados de la cadera habia lineas rojas de resorte todo tenso que se clavó y se estiró hasta irritarme. Me sentí rozado incluso antes de que acabaran.

La trusa gris terminó pareciendo comouna tela de araña, con muchas partes enredadas de algodon, como listones saliendo, tantos hoyos enormes que ya parecian intensionales. Los resortes seguian apretados en mis huevos y uno de ellos le tuve que poner mucha fuerza para sacarmelo de la rayita. Edgar me subio el resorte de la cintura hasta la cabeza, ya no dolia, pero estaba ahí detenido el resorte. Me lo pasé por enfrente y fue más fácil sacarme el calzoncillo así. Me dieron de palmadas por todas partes y me apapacharon de que ya habia sido mi novatada. Víctor se reía con ellos pero más que nada trataba de hacerne reír a mí, haciendome cosquillas un poco y luego llevándome a las regaderas.

En lo que caminábamos, ya me sentía más cómodo con él y le puse una mano en su culo, le di unos apretones y por todo lo que ya había pasado ni se le hizo raro, sólo se quejó del dolor de las nalgadas que le había tocado.

- No te enojaste, ¿verdad? Las novatadas son para todo.

- Nunca me había tocado.

- ¿De verdad?

- No, nunca estuve en equipos ni nada por el estilo.

- ¡Suertudo! Es chingón ser parte de algo pero siempre la gente se mancha con las novatadas. Pero este lugar es padre, vas a ver, a mí me ayudó mucho.

- Me doy cuenta - dije, todavía apretándole una nalga, el musculo se notaba pero toda la piel suelta rebotaba conforme metía la mano, era una texura mas firme que lo que traia yo - Tu hermano es medio intenso.

- Jejeje, creo que yo ya me acostumbré.

Me quité esa telaraña y me metí a las regaderas, se sintió bien el agua contra mi cuerpo, de todo el cansancio de antes y liego esa cosa ya necesitaba limpiarme todo, casi casi me quedé dormido parado en esa regadera. Salí, me cambié y me di cuenta que estaba mucho más calmado de lo que solía estar a esas horas.

Edgar me dio un abrazo bastante agradable cuando salí, como si nos conociéramos de siempre. Debia ser algo de familia que se encariñaran tan rápido. Suspirando me di cuenta que probablemente iba a volvera ir. Ya no me daba tanta ansiedad y sí da muxha felicidad llegar a cansarse, sabia que todo se iba a poner más facil mientras mas iba y eso también era atractivo. Además, no estaba de más empezarme a ver bien, tenía razones para quererme ver como ellos.

Víctor se quedó porque tenían que cerrar el local pero me dieron buenas direcciones para llegar a mi casa. Ya en el camino se me hizo chistoso que un grupo de cabrones fortachones actuaran así entre ellos. Habia perdido muchos amigos al crecer y mudarme y se me había olvidado que un grupo de hombres medio atleticos suele hacer pura pendejada cuando no hay quien los vea. Me podía acostumbrar pero prefería que no doliera tanto siempre.


En el camión me di cuenta que me habían llegado unos mensajes de Benny, ya habia pasado un rato sin que nos vieramos porque era temporada de examenes y solo con revisiones estaba siempre muy ocupado. Siempre había un problema con vernos, todo un desmadre de horarios. Pero nos seguíamos mandando mensajes. Él era de los que siempre te manda un "buenos días" cuando se despierta y de vez en cuando me mandaba memes que le daban risa. Tenía un sentido del humor raro que no siempre me gustaba pero era lindo que lo mandara.

- Me metí a un gimnasio - le escribí.

- ¿Tú? ¿Y eso? - Me contestó rápido.

- ¿Tan raro es? Auch

- No lo digo por eso, jajaja, perdón, Berni, nada más que no te imagino en uno.

- Me invitó alguien, el lugar está barato y qyeda medio cerca

- ¡Qué bueno! ¡Felicidades! ¿Quién te invitó?

Pensé un poco.

- Un amigo.


Cigarros

 Mi hermano César es tres años mayor que yo. La verdad es que es de mis mejores amigos aunque no siempre nos llevemos bien. En esa edad en particular teníamos problemas un poco por todo. César se escapaba mucho de casa por una novia que tenía con la que estaba y no estaba muchas veces en poco tiempo. Antes de ella nos contábamos todo y si la cosa con ellos fuera menos dramática, tal vez habría pasado más tiempo con él. Antes eramos muy amigos, siempre ha sido el más tímio de los dos pero siempre me enseñaba de sus hobbies a mí. Se me hacía que tenía un buen sentido del humor y desde niños se me hizo que un día sería un muy buen padre.

Alguna vez lo dije de chiste pero era cierto; mis gustos se basaban en lo que él me enseñaba. La música, las series, los libros, todo era de segunda mano. Primero le gusta a César, luego me lo enseñaba y me empezaba a gustar a mí. No tenía muchos amigos o de menos ninguno que llevara a la casa o me presentara, añguna vez me quedó claro que lo molestaban en la escuela pero no se dejaba caer. Tal vez por eso cuando apareció esta chica (a propósito no digo su nombre) fue tan fácil de manipular.

César tocaba el piano y con mucha pena mis padres se dieron cuenta de que yo apenas y sé usar las manos para escribir y dibujar caritas sonrientes. Por todo el escandalo con su novia, había dejado de tocar y eso llevaba a muchas peleas con mis papás. Iba y venía por ella. De Cesar tengo una infancia genial y luego una adultez en la que nos volvimos cercanos de forma más madura, a la mitad de eso, mi adolescencia y ese periodo, él estaba intermitente.

Durante una de sus rupturas más largas con ella se quedó en casa un tiempo. Estuvo de nini en lo que se abría la posibilidad de ir a la escuela de música y retomaba en dónde se quedó con sus maestros. Yo debía estar apenas entrando a prepa o hasta terminando secundario, no recuerdo bien, entre las mudanzas cambié casi cada año a la que había cerca. El caso es que por unos meses nos volvimos a hacer cercanos, antes no estaba o estaba pero no nos hablábamos.

Siempre ha sido delgado, con pelo tan castaño que a veces se veía pelirrojo. Lo tenía muy largo, siempre se lo amarraba con ligas o se hacia un chongo, ojos grandes, una perforación en el labio y por esa época se pintaba las uñas. Nunca se le veía bien aplicado y decía que era el punto, siempre estaba desgastado el esmalte. Era sorprendentemente iracundo a veces, siempre era dócil y amable a pesar de cómo se veía pero a veces se enojaba demasiado y hasta lo veía golpear una pared. No se veía intimidante normalmente pero a veces le tenía algo de miedo. Nunca se enojó así conmigo y que uo sepa jamás le hizo daño a nadie.

Yo estaba en mi cuarto, viendo alguna serie en mi computadora en vez de hacer tarea. Tenía todos mis libros en la cma para acordarme que no me podía dormir sin acabar lo que había ahí pero ya me había pasado unas horas sin hacer nada ni pensar en ello. César abrió mi puerta sin tocar.

- ¿Dejé aquí mi encendedor?

- ¿No? ¿Por qué estaría aquí?

- Tienes ventana a la calle, a veces fumo acá.

- ¡César!

- Le echo desodorante para que no huela, ni te diste cuenta. ¿No has visto mi encendedor?

- No... No creo.

- ¿Qué ves?

Se empezó a pasar por mi cuarto, viendo mi pantalla y moviendo mis cosas. Le puse pausa pero me veía por encima del hombro.

- ¿No tienes nada que hacer?

- No - dijo, sentándose en mi cama y agarrando mis libros.

- Deja eso.

- ¿Por?

- Es mi tarea.

- Jajajaja no, sí, tienes toda la razón, se ve que es importantísima...

- Cállate.

Se recargó en mi silla e la parte de atrás, me puso las manos en la espalda y estuvo jugando con mi camisa. Yo siempre he sido pudoroso y no me gusta tener que explicarle a la gente qué veo o por qué.

- ¿Necesitas algo?

- No, nada más. Estoy aburrido. ¿Qué ves?

- Nada.

- No parece nada.

- Pues sí...

- ¿Te estoy molestando?

- Sí

- Ah, qué pena - No se fue.

Me empezó a hacer piojito y cada que pasaba algo en la serie me hacia mil preguntas, distraído, viendo para todas partes. Me termine hartando, siempre lo hacía. Siempre le divertía lo roja que se ponía la cara cuando me enojaba y era medio encimoso. Se acostó en mi cama y agarró uno de los libros de mi librero, leyendo como si fuera algo suyo.

De vez en cuando lo pateaba muy levemente para que se fuera pero nada. Se le veía el resorte Fruit of the Loom por la cintura en lo que se le bajaba un poco el pantalón. Estaba abriendo más libros y dejándolos en mi cama, traía una caja de cigarros pero seguía sin poder prenderlos.

- ¿Quieres? - me ofreció unos

- ¿Y tu encendedor?

- Tengo otro, ¿quieres?

Era pura ociosidad, era lo que lo movía desde hace tiempo. Estaba bien, ya no se enojaba y le pegaba a paredes porque ella no le respondía un mensaje o se desaparecía unos días con quién sabe quien, se parecía a ese chamaco tímido y cálido que era antes, pero no tenía nada que hacer. Yo creo que en ese tiempo él estaba algo deprimido porque siempre tenía los ojos tristes y no dormía bien, se le veían ojeras, pero piendo que no quería que nos diéramos cuenta. Me ofreció el cigarro como antes me ofrecía un anime que le gustaba o me ponía una película de terror o una canción a la que no le iba a entender.

- ¿No sabe feo?

- Sabe... Mal, la neta, pero no se trata de eso. ¿No has fumado antes?

- No.

- ¿Nunca?

- No.

- ¡Jajajajaja, Bernardito!

- Te odio...

- No, no, es que es tierno. Ya a tu edad la gente se mete de todo. No me estoy burlando... Bueno, sí me estoy burlando, pero sólo porque me das risa.

- Me cagas.

- Jajaja, ¿quieres uno? Tal vez ni te gusta pero para que sepas, ¿no?

Salió a buscar su otro encendedor y la verdad tenía razón, me cosntaba que en casi todas partes yo era de los pocos que no fumaba o tomaba. Francamente no era a propósito, nada más no me invitaban a partes en dónde podría y sabía que mis papás me iban a matar si me atrevía. Pero César al parecer ya sabía cómo esconderlo y sí tenía algo de curiosidad. Apagué mi computadora y traté de acomodar un poco el desorden que puso. Le estaba dando la espalda cuando entró y me empujó las rodillas desde atrás, me caí para adelante. Me di la vuelta y le di un manazo en el pecho.

- Toma - Me puso el cigarro en la boca en lo que abría la ventana - Mamá regresa mañana y papá ya se durmió, si se enteran dices que fui yo y tú ni sabías, ¿va?

Yo todavía ni me acostumbraba a tener el cigarro ahí y me dio algo de nervios verlo ahí.

Se prendió uno y me puso la flama enfrente, me dijo que aspirara y que dejara ahí el humo un ratito y luego lo soltara. Me puse a toser como si me muriera.

Se rió tantito con lástima pero me sostuvo, me dio golpecitos en la espalda y me fue diciendo que no me asustara y que estaba bien. Yo tenía la cara roja, no podía respirar y siempre es muy vergonzoso reaccionar así a lo que otros hacen normalmente. De verdad pensé que era serio, que iba a acabar en el hospital pero obviamente no.

Cesar me sostenía el cigarro mientras seguía con el suyo.

- ¡Wuuuuu, no te moriste!

- ¡Está horrible! ¿Cómo haces eso siempre?

- Te acostumbras. Es de las cosas que aprendes. El secreto es que ni el alcohol sabe mejor ni fumar cosas se siente más cómodo, pero ya se te hace lo normal y no te quejas.

- ¿Se supone que esto te calma?

- Bueno, cuando no eres primerizo y te asfixias el tabaco sí te quita los nervios. ¿Le sigues o hasta ahí? Si quieres ya, tampoco es tortura.

En parte era por orgullo. Quería de menos soportarlo sin toser así. Me quedbaa ese sabor horrendo en la boca (nunca se me volvió hábito) pero ya sabía que esperar. Creo que la segunda bocanada todavía tosí, pero ya con menos fuerza y tragándome un poco de eso. Se veía bien orgulloso por alguna razón, me lo celebró mucho. Se empezó a sentir normal, no bien, pero normal. Era como cuando tenía que comer algo que no me gustaba y sólo tenía que fingir que era otra cosa, pensar en nada. Ignorando el sabor y la sensación me seguí con ese cigarro, de verdad se me iban los nervios pero no demasiado.

De repente ya estabamos lado a lado frente a la ventana, viendo la calle y fumando. César se veía melancólico viendo como salía el humo, entonces le copié, era interesante de ver, de menos. Siempre fue muy artístico, entonces me imagino que ya le había puesto todo tipo de significados al humo que salía. Me puso una mano en el hombro y me lo apretó bastante fuerte.

- ¿Cómo estás, Venado? - Así me decía de niño, al principio no podía pronunciar bien la R pero luego se me hizo apodo.

- Bien.

- No, en serio. Hace un chingo que no te hablo, ¿cómo vas?

- Este... Pues sí, bien. No me quejo.

- Se vale quejarse.

- De verdad no me quejo.

- O eres un suertudo o un mentiroso, luego me dices cuál. ¿Te gusta alguien? ¿Alguna chava?

- No...

- ¿Algún chavo?

Le pegué el el hombro, sin voltearlo a ver.

- Jajaja, te lo pregunto en serio, ¿te gusta un chavo?

- ¡No!

- No es para enojarse, ¿eh? No tendría nada de malo.

Más adelante me dijo que ya sabía, que se me notaba a leguas y le hubiera gustado que le contara antes de que fuéramos adultos.

Hablamos por más tiempo, mucho de lo mismo, yendo en círculos y repitiendo cosas. Se me acabó el cigarro, a él también, se prendió otro pero yo ya no quise. Se quedó en la ventana fumando en lo que seguíamos. Mi papá siempre lo he pensado como mi papá pero técnicamente es mi padrastro. Mi padre biológico se murió cuando era bebé y luego mi mamá se casó. César conoció a nuestro papá más tiempo y yo ni lo recuerdo para extrañarlo, por alguna razón hablamos de eso. Me contaba cosas que hacía, cosas que me perdí, cosas que hacía que de repente se lo recordaban. Siempre cambiaba mucho cuando hablábamos, porque luego llegamos a hablar de un tatuaje que se quería poner y caricaturas que veíamos antes o alguna pendejada que pasó en unas vacaciones.

Algo dijo que me partió de risa, siempre era bueno en eso. Me fui para atrás, riéndome acostado en la cama y en lo que él tiraba la ceniza por la ventana y barría un poco el marco de la ventana con los dedos. Me dolía la panza de reír y de toser, entonces me quedé así en lo que César sacaba un aromatizante de un closet y hacía que se fuera el olor. Se tomó una menta y me dió una a mí. Antes de que ma la pudiera tomar se me aventó encima, como haciéndome bolita.

- ¡Ah! ¡Quítate!

- No, hace frío.

- Pues cierra la ventana

- Estás cómodo, venado.

Se puso flojo, como dormido encima de mí, entonces no me lo podía quitar. El pelo le olía a tabaco y se acurrucaba como si yo fuera un peluche.

- Un día te quiero sacar a tomar.

- ¿Por? - dije, aplastado, intentando quitármelo de encima.

- Creo que serías de los borrachos buena onda, estarías chistoso. No me imagino cómo eres tomado, a ver si un día te saco.

- ¿Te quitas?

No me respondió, sólo se acomodó un poco más. Luego de un rato me di cuenta de que estaba viendo su teléfono, ni me estaba prestandoa atención.

- Ándale, me duele la panza...

- ¿Y eso?

- Por reirme.

- ¿Sigues siendo cosquilludo?

- No, César, no empieces

- ¿Con qué?

Me puso una mano contra el cuello y me empezó a picar con los dedos. Me empece a resistir más, seme salió una carcajada pero me puse tenso de todas partes.

- ¡Hijo de perra! ¡Deja!

- No digas esas cosas, hermanito, es nuestra mamá. ¡Qué maleducado! - se burló, dejando su telefono de lado y empezando a usar las dos manos para hacerme cosquillas.

Me retorcía como animal en lo que pasaba los dedos por mi cuello y por mi estómago, clavándolos. Tenía las uñas cortas al menos. Siempre odiaba que me hicieran cosquillas y bien que lo sabía, si nos llehabamos a pelear de niños sólo tenía que hacer eso y hacía lo que me pidiera. Mientras más me reía más se burlaba de mí. Conocía perfecto cuál parte era más sensible para que no tuviera cómo defenderme, siemore tenía algo que atacar.

- ¡Ya! ¡Ya! ¡Por favor!

- ¡Pero si te estás riendo! ¿Qué tiene?

- ¡Te odio!

No se quitaba ese aire todo calmado y juguetón, yo no podía parar de reirme ni aunque le echara ganas y cada que trataba era como el sentimiento con el cigarro y la tosida. Dolía más resistirse pero de verdad que el estómago lo sentía como en llamas. Era horrible no poderme quitar la sonrisa de la cara mientras lo hacía, no me podía escapar y aunque lo tratara de detener averiguaba como continuar: si le agarraba una mano, seguia con a otra; si lograba detener las dos, me forecejeaba hasta que cedía o me ponia mas de su peso encima para que lo soltara; me cubría en cuello, pasaba a las axilas; me cubría las axilas, pasaba a la panza. Así una y otra vez. Cuando lo hacia de niños había algo que podia decir para que parara pero ahí no, sólo me quería molestar. Le veía en los ojos lo encantado que estaba de que me pudiera seguir haciendo cosas así, que siguiera sin poderme defender.

Empecé a tirar patadas y perdió el balance. Aproveché para al menos no tenerle que ver la cara, lo que daba más pena. Me puse boca abajo y seguía clavando los dedos en mis costillas, sentado en mi espalda.

- ¡Piedad!

- Jajajaja, ¿así de plano?

- Ya... Duele - dije, jadeando, se había detenido y sólo me observaba. Lo sentí como si hubieran sido años pero no debió pasar de dos minutos a lo mucho. Perdió las energías, sólo se quedó sentado y volvió a versu teléfono, los dos riéndonos de vez en cuando. Yo sudaba y tenía los ojos llorosos de la risa, aunque no me pudiera levantar no era incómodo tenerlo encima, no sentía que me asfixiaba. Me sentía mareado, los libros y cuadernos ya por el piso luego de toda la "batalla". Me dio palmadas en la espalda, una especia de masaje como para disculparse.

- Se me había olvidado que eres re divertido de molestar, venado.

- Culero...

- También te quiero.

- Tengo tarea, César...

- No te hagas, no la vas a hacer. ¿Es para mañana? - Me agarró los brazos y me los levantó hacia atrás, subiendolos como palanca, dolía un poco pero sólo era incómodo. Se veía como que lo hacía por curiosidad de a ver qué tan atrás llegan.

- No, mañana es puente.

- Siempre haces todo el último día.

- Hoy no...

- Sí, te creo, se ve que eres súper responsable viendo series y fumando.

- ¡Tú fuiste el que--!

- ¿Yo qué? Tú me obligaste a que te diera un cigarro, yo ni quería. Esos vicios matan.

- ¡No es cierto!

- Yo me acuerdo muy bien, me dijiste "dame todos tus cigarros o te parto la madre" y te dije que no, que eras menor de edad y me diste una patada en los huevos y me robaste la cajetilla - Llegó al límite de mis brazos, en dónde ya dolían muchísimo los hombros - Le voy a decir a papá, ¿eh?

- ¡Pero no es cierto!

- Ya sé, pendejo, es chiste. ¿Por quién me tomas? - Me soltó los brazos. Estaba tan cansado que ya ni me lo traté de quitar de encima - A ver, respírame.

- ¿Qué?

- A ver si huele a cigarro - Se acercó y me olió el aliento - Vas a necesitar otra menta. De plano lávate los dientes porque de que te van a gritar si se enteran, te van a gritar. Por cierto, ¿qué te pareció?

- Sabe a caño, no entiendo por qué te gusta.

- ¿De verdad? Si hasta te lo acabaste.

- Para saber, pero estaba horrible.

- Jeje, bueno, se vale. Hay gente que no fuma y ya. Sigo pensando que dejé aquí mi otro encendedor, si lo encuentras me dices.

- Ajá...

- ¿Te acuerdas de este?

Sentí su mano agarrar el resorte de mis boxers. Traía uno de esos clásicos con cuadros, rojos me quedaban algo sueltos.

- César...

- ¿Te acuerdas o no?

- Me acuerdo.

- Ah, ya usas boxers. Ya pareces niño grande.

Me agarré el calzón para que no lo pudiera jalar pero fue tan fácil como empezar a hacerme cosquillas en el costado para que quitara las manos, buscando cubrirme.

- ¡Uy, hay que jugar "preguntas"!

- Nooooo...

- Ándale, es buen juego.

A veces jugábamos policías y ladrones con unas vecinas y unos vecinos, a ellas se les ocurría hacerlo más un juego de pretender. Entonces jugábamos como si los ladrones nos hubiéramos robado algo y estuviera escondido. Cuando los policías nos atrapaban jugabamos a las preguntas que era para averiguar en dónde habiamos escondido lo robado, pero César lo volvía un interrogatorio y negociaba para que le dijeras en donde estaba. Si el ladrón era niño a veces jugaba "rudo" para que le dijeran, y muchas veces ese ladrón interrogado era yo y cedía con un cerillito o pellizco. Lo peor de todo era que si eras el ladrón y ganabas, ni siquiera tenías posibilidad de regresárselo a lso policías, solo ganabas y ya.

- Ya déjame, pendejo.

Se me metió con mucha fierza la tela de mis boxers al trasero. El boxer aunque se rompe más fácil y no es tan vergonzoso como una trusa duele muchísimo si te lo jalan bien. Tiene una costura entre las nalgas que quema muy culero. No se estira, pero bien que arde.

- Sin groserías, criminal - me dijo - Primera pregunta, ¿te gusta alguien de tu escuela?

- Que no...

- No te creo - Me jaló otra vez, me sacó un quejido.

- ¡Cabrón!

- Grosería - Jaló mi boxer con ferza y lo mantuvo tenso unos segundo antes de soltarme - Tú síguele, majadero, te lo hago tanga.

- ¡No me gusta nadie!

- A tu edad me gustaban un chingo de mujeres, no te creo.

- Que no, idiota - dije, de inmediato me volvió a hacer calzon chino, la tela tronó un poco, apreté las nalgas pero me rozaba cada que tiraba - ¡"idiota" no es una grosería!

- ¿Cómo no? - lo hizo de nuevo, hundí la cara en mi almohada para poder gruñir sin hacer un escándalo. Esa maldita costura me raspaba la raja coml un cuchillo y el calzon ni me había llegado a la mitad de la espalda - Ni siquiera me tienes que decir quién, ni voy a saber de quién hablas si me das el nombre, pero te tiene que gustar alguien.

- ¡No! - me gané otro tirón, apreté las piernas y una de mis manos bajó para sobarme y tratar de sacar la tela a pellizcos, pero no podía a través de la mezclilla.

- A ver, ya, sin castigo ni nada - me soltó el boxer - ¿Te gusta alguien de tu escuela?

Entre tratar de acomodarme me resigné y bajé las defensas. Tenía la cara roja y ya me moría de pena entonces nada más dije.

- Sí...

- Carnal, así de bajito ni te oigo, pero te la acepto. Felicidades, ojalá todo salga bien.

- ¿Ya me dejas en paz?

- Segunda pregunta...

- ¡No mames!

- ¡Grosería!

Se siguió así por unas rondas. Me preguntaba cosas y aunque le diera una respuesta que le gustaba me jalaba del boxer. Yo me habia vuelto bastante malhablado en esos años y ya ni me daba cuenta cuando me salían groserías, enyonces eso acabó en muchísimo dolor y apretón en las bolas. Incluso con un boxer, para como continuaba mi interrogatorio, ya tenia toda esa tela metida entre las nalgas, con los hoyos para las piernas por encima del pantalon de mezclilla. Se habia tronado un poco las costuras pero seguia en una pieza, nunca habia sentido tanta tela ahí adentro y n ayudaba lo feliz que César estaba al respecto.

- ¡A la madre! Ya te entró hasta el alma.

- ¡Ya sé! ¡Te voy a matar!

- Jajajaja, pues es tu culpa, tú sigues diciendome groserías y respondiendo mal. Ay, duele hasta de ver, no mames... Ahora sí que te lo deje como calzón chino - Se levantó riendose todavía - Ya sácatelo de ahí, sé que te gusta estar así, pero no seas asqueroso.

Me empecé a arreglar y en serio que no pensé que iba a salir todo. Apenas y me cabían las manos abajo del pantalón, solo lo estaba haciendo más bolas, pero no me los iba a bajar enfrente de él. Me levanté de la cama y otra vez estaba viendo mi librero, como juzgando mis libros. En todo eso, se le había movido la ropa y tenia la camiseta como "fajada" en una parte en los calzones. Como que un pedazo del resorte se habia puesto encima de su camisa y me estaba tentando.

Me levanté de la cama sin arreglarme bien y tratando de no llamar la atención fui atrás de él. Me empezó a decir algo sobre uno de los libros que tenía que ya habia leido él, pero interrumpí agarrando el resorte y jalando para arriba.

Se sorprendió y rápido trató de darse la vuelta pero no lo dejé. Traía un calzon verde oscuro, parecía uno de esos boxers pegados pero lo jalé hacia atrás y ahí estaban los hoyos para las piernas.

- ¡Jajajaja, traes trusa! - me burlé. No se me hacía raro que usara de esas, francamente yo siempre usaba trusa y ese día resultó que no, pero de menos tenía que disfrutar esa victoria. Se sentía cómodo en los dedos, quemaba un poco pero era suavecito y bastante fácil de estirar.

- Pinche venado - decía, algo divertido pero con todo de amenaza - Ya sueltame o me las pagas.

Me agaché un poco y luego jalé todo para arriba, lo hice ponerse de puntas por un momento, pero bajó, es dificil levantar a alguien más alto.

- ¡Grosería! - Se le regresé. Con los brazos trataba de encontrar como agarrarme para hacerme cosquillas pero yo sabía muy bien que nada distrae como tela en la rajita. Hice bolas la tela que tenía para que me quedara más apretado y jalé de ahí.

- ¡Ah, pendejo!

- ¡Groseríaaaa!

Le quedaba como tanga ya de una vez, entonces no me contuve. Estaba tibia la trusa, me quedaba muy bien en las manos. Entre esquivarlo logré que se tropezara y quedara él boca abajo en la cama. Me puse de lado encima de su espalda y le jalé directo de los hoyos, metieno dos dedos en cada uno y jalando para que se hiciera una V muy muy maracada de verde, un triangulito que empezara en donde su raja. El pantalón ya de por sí se bajaba un poco pero por como él intentaba arreglarse y tomarse el chon, se resbalaban las manos y se lo bajaba más. Se estaba riendo conmigo, furioso pero entretenido.

- ¡Vamos a jugar a las preguntas! - Le dije

- Jajaja, sí te dejé bien rozado, ¿eh? Andas todo ardido.

- Primera pregunta...

Antes de que pudiera continuar, él se agitó y movió y me logró quitar de encima, el condenado tenía la ventaja del tamaño.

No lo solté, pero César se vino contra mí, una de sus manos agarró mi boxer y sentí como seguía eso. Me habría encantado tener trusa porque ahí de menso el dolor sería menos directo, los huevos estaban siempre bien aplastados en tela que no era flexible. Debia ser mago Cesar para que entrar tan adentro el boxer sin romperse.

Yo tenia agarrado un hilito de algodón que se le iba metiendo como para partirlo a la mitad, pero el casi que tenia un agarre en mis vergüenzas y además más fuerza y práctica.

Nos pusimos a luchar como se podía, tratand de sacar ventaja pero estabamos algo igualados. Entre el sudor, las risas, los quejidos de dolor, sentía como que no traia nada abajo del pantalon, las nalgas desnudas contra la tela, y solo puro dolor y presion de los jalones. Lo tomé en un abrazo y usé las dos manos otra vez, una en cada agujero y le di una buena levantada de sus trusas, pero bien que me lo supo regresar. Me empezó a hacer cosquillas en las axilas y perdí mi agarre. Sentí que me asfixiaba otra vez y César, con la trusa subida hasta media espalda y los agujeros viendose como cola de ballena o una T, me fue haciendo cosquillas hasta que estuve de nuevo contra la cama, luego se sentó para que no pudiera jalarle más los calzones y me sentó a mí en el espacio entre sus piernas.

Paso las dos manos por los lados de mis boxers, ya arruinados y rotos en partes por todo el forcejeo. Igual a mi tecnica pero por los lados, una mano en un hoyo para la pierna y la otra en el otro. No jaló, solo me detuvo ahí.

- ¿Ya estuvo bueno? - dijo, jadeando y dando una que otra carcajada - ¿O le quieres seguir?

Jaló un poco para que sintiera lo mal que se podía sentir. Jalado de los lados apretaba todo muy recio, y en boxer eso estaba mucho peor. Cruzó las piernas, juntándolas por encima de las mias para atraparme bien, no le podia hacer nada. Para acabarla, él no era nada cosquilludo.

- ¡Ahí muere! - dije.

- ¿Ahí muere? ¿Seguro?

- ¡Sí!

- ¿No quieres otra ronda de preguntas?

- ¡No!

Empezó a subir la presión allá abajo, César muy lento fue subiendo las manos por mis costados, aprovechando las puntas de sus dedos para subirme la camiseta y hacerme cosquillas en lo que subía el boxer. La costura en el trasero ya estaba casi perdida en mi raya y todo lo de adelabte estaba planito. Subia y subia el boxer como triángulo. La cintura del calzón me llegó por arriba del ombligo por delante y atrás, y aunque no suene como mucho para un boxer que no se estira yo estaba en el infierno, y eso sin agregarle las cosquillas directo a mis costados y tenerme que reir mientrasaumentaba el dolor. Agité las piernas pero no servía de nada, los brazos solo me servían par pellizcar a César y tratar de que me soltara pero nada. Cuando el boxer llegó tan arriba como quería me dijo con su voz medio bobalicona, muy divertido.

- Dime cinco marcas de cigarros - Su aliento olía a menta y lo tenía directo al lado de la cara.

- ¡Dije que ahí moría! ¡Me los vas a romper, baboso!

- ¿Y eso de quién es culpa, peleonero? - se burló, dio un jaloncillo más que casi me hace gritar - Cinco marcas de cigarro, vas

Normalmente es algo que se hace mientras te hacen chichi prieta o chichi blanca pero no por eso era menos efectivo. Tenía la mente en blanco, del dolor y la risa que me tenía retorciéndome no sabía ni qué decir.

- ¡Malboro! ¡Jajajajaja! ¡Camel! ¡Aahhh! ¡Me rindo!

- Te faltan tres, piénsale bien. No te distraigas - Cambió el agarre de mis boxers e hizo que entrara más por atrás, se escucharon muchos sonidos de tela que tronaba pero nada que me aliviara el dolor. Torcía y amontonaba el boxer tan arriba para ver qué otros ruidos podía hacer.

Morirse de risa mientras te hacen un calzon chino extremo no es algo que le recomiendo a nadie. Volví a mencionar Malboro y me dijo que tenía que volver a empezar. De verdad que ya no me funcionaba la memoria, hasta se me olvidaba de qué eran las marcas que tenía que pensar. Cuando me empecé a reír ya con demasiado dolor en la voz, me soltó el boxer y se quedó hecho bolas cubriendo la mitad de mi torso. Como me habia subido la camisa, esa cayó encima y lo cubrió. Me dio unas palmadas en el pecho.

- Bueno, ahí muere...

- Eres un...

- ¿Muy buen hermano? ¿Tipo espectacular?

- Pendejo... - Me hizo reír, ya por mí solo. El abdomen estaba que me mataba. Me empujó de frente y se levantó de la cama. Cuando estaba acostado de lado me acarició la cabeza, despeinándome un poco con cariño.

- ¿Todo bien?

- Ya vete de mi cuarto, César.

- No te vayas a enojar, ¿eh? Fue una pelea y peleaste bien. Mira.

Me enseñó hasta donde le dejé subida la trusa. Parecía como que todo era un trapo torcido y enredado alrededor de su panza, con un hilo tan tenso que parecia pintado que le entraba por la raya adentro del pantalón y por adelante le salían lineas diagonales de verde. Me sacudió un poco para animarme.

- Casi ganas, venado - Me dijo - Más suerte a la próxima.

- No, ya no más...

- Jajaja, bueno, entonces ya no volvemos a hablar nunca.

- Eso no, tarado.

- Van de la mano. Hablo contigo, me acuerdo que me caes bien y me dan ganas de molestarte. Ya en unos años vas a estar hasta más alto que yo y así qué chiste, me vas a partir la madre. Tengo que aprovechar, ¿estás de acuerdo?

- O podrías no ser un culero... - dije, haciendome un masaje en el abdomen y escarbándome los boxers hasta que regresaron a cómo estaban.

- Podría, pero entonces ya no me tendrías respeto.

- Eso no es cierto.

- Ya dejate de estar de dramático. Estaría cenar. Me voy a hacer pasta ¿quieres?

- No - dije, levantándome y sentándome en mi cama, listo para decirle que mejor le avanzaba a mi tarea.

- No te creo. Finge que estamos jugando a las preguntas. Te pregunto otra vez, ¿quieres?

- Sí... - dije, algo avergonzado.

- Jajaja, como te gsuta hacerte las cosas difíciles, pues vamos - Me despeinó otra vez. No se arregló la trusa, me iba a burlar pero no quería empezar otra pelea campal. Mejor otra vez hablar por horas y horas de cualquier estupidez.

Antes de salir de mi cuarto, se detuvo enfrente de mi escritorio y se agachó, se arregló un poco los calzones pero le dio flojera, se metió abajo de mi escritorio, dio una carcajada y se volvió a levantar con una cajita de metal en la mano.

- ¡Sí había dejado aquí mi encendedor! - Cesar sonreía con toda la cara y hasta se veía algo bobo cuando lo hacía, no pude evitar suspirar y gruñir frustrado. Si nada mas lo hubiera visto antes tal vez nada mas lo recoge y se va. Pero me habría perdido esa plática entonces tal vez fue lo mejor.

- Te odio - dije, sonriendo.

- También te quiero, venado.