Por muchísimas razones yo siempre traté de no meterme en peleas en la escuela, no que todos me quisieran o me tuvieran miedo pero me aseguraba de no caerle mal a los que me podían partir la madre. Ayudaba que me juntaba con chicos que eran más atletas y más bravos que yo, entonces tampoco era que estuviera facil irse contra mí. En la carrera yo esperaba que la gente era más madura pero todo parece indicar que no. En mi universidad había peleas a golpes a cada rato. Casi siempre decian que era porque estaban borrachos, pero decian que muchas de esas empezaron porque uno trató de asaltar al otro. Parte del problema era que la univeraidad tenia dos estacionamientos muy pegados y algo dificiles de maniobrar. Una vez a una chica la mordió una serpiente en el estacionamiento y la ambulancia ni pudo entrar (no fue venenosa ni le pasó nada, pero era un estacionamiento incómodo), entonces también estaba mal cuidado. Casi todos los dias habia un roce o un choquecito o un llegue y se resolvía a golpes.
Voy a ser muy honesto, la verdad es que no tenía amigos en la uni. La carrera me estaba matando el cerebro y nunca fui muy fiestero, entonces fuera de clases no conocía a nadie. Habia un chico de primer ingreso con el que podriamos decir que me llevaba bien: Victor.
Nunca me quedó muy claro pero parecía que se habia adelantado un par de años. No se veía niño, hasta tenia algo de barba y bigote (muy tenue) pero por como se arreglaba se veia mas joven. Usaba sudaderas de colores muy aguadas que lo hacian ver muy pequeño y tenia unos lentes de armazón bien grueso y tenía pelo largo que le estorbaba la cara y se la pasaba soplándoselo. Estaba un poco llenito, moreno, de hombros anchos pero piel muy limpia. Siempre se estaba poniendo crema en las manos. No hablaba con nadie pero en algún punto me pidio mi telefono porque vio que compartíamos muchas clases y en caso de que se le fuera una tarea o le faltara un material. Eso era todo. Tenía mi número pero nunca lo usó. A veces nos saludábamos cuando entrábamos a las mismas clases pero hasta ahí. Muy callado, muy reservado, pero no tímido, hasta daba algo de miedo ahí todo quieto y sin hablar aunque se viera joven.
Estaba demasiado atareado para prestar atención en absoluto pero un día entró Victor con el labio partido y un ojo rojo medio hinchado. La clase ya había empezado entonces lo vi de reojo. Lo mas notable era que le estaba costando trabajo tomar notas, le parecía doler el antebrazo.
Al final de la clase me le acerqué a enseñarle mis notas por si le faltaba algo y de paso le pregunté qué había pasado.
- Me peleé con un pendejo.
Le tomó foto a mis notas para luego y ya se iba a ir pero lo detuve, le dije que de menos tenía que ir a la enfermería o a ver a un doctor o de menos ponerse algo para que no se le infectara nada. Resultó que además es retedespistado el chico, ni sabía que habia una enfermera de la uni ni sabía que teníamos una clinica cerca. De menos me quedo claro que no iba a fiestas tampoco porque ya todos se sabian el chiste de que cada lunes habia cola para hacerse pruebas en la clínica. Lo llevé a la clínica, lo checaron, resultó que sí se había roto un hueso del antebrazo. En el camino hablamos de Fire Emblem que tambien le gustaban los juegos y aprendí que de hecho sí se saltó unos años en primaria, pero nada muy profundo. Luego me fui porque lo iba a recoger su mamá. Las semanas que vinieron traía un yeso.
Esa fue la segunda vez que interactué con él, luego nos volvimos a no hablar por un semestre entero hasta que pensé que se había salido de la carrera. Cuento todo esto de antes porque cuando me lo volví a encontrar fue en ese estacionamiento agarrado a otro chavo. Se estaban dando de golpes y yo y unas chavas los separamos. Fue extraño encontrármelo ahí. Se veía un poco más cambiado, los hombros más anchos y de menos ya no estaba siempre en sudaderas, los lentes ya tenian una de las patas puesta ahi con diurex. Me reconoció y me saludó pero a mí me tomó un ratito acordarme de su nombre, se sintió bien incómodo. El otro tipo se fue y ni preguntamos que habia pasado, sí se veía algo borracho el otro y ya era de tarde.
Fue de hecho linda excusa para hablar de nuevo. Ya no era tan callado aunque todavía no era el rey de la fiesta o nada, pero lo veía más abierto. Cuando yo ya me iba a mi casa me preguntó
- Oye, ¿vas al gym?
La respuesta era no. Si no me veía gordo era porque apenas y comía entre viajes a casa y falta de dinero, pero no tenía nada de condición física.
- No, ¿cómo crees? Estudio para contador justo para no moverme - le dije de chiste, pero se lo tomó muy en serio.
- Pues no, güey, así no se hace. ¿No quieres venir? Hay uno bien cerca por acá y si vas de mi invitado te sale gratis.
- Gracias, Victor, pero creo que no voy a poder.
- Pues yo voy mañana, te busco y a ver si te animas. Trae un cambio de ropa en la mochila y nos vamos.
- No, no creo poder.
- Trae el cambio por si te animas.
- Victor, no tengo tiempo para ir a un gimnasio.
- ¿Cómo no? Tienes tiempo, a ver si te animas.
No me estaba dejando decirle que no. Ni siquiera sonaba como que me escuchara, decidió que iba a ir y yo me parecía estar preguntando. Fue buena idea que me diera todo un día para pensarlo. En la noche seguía creyendo que era mala idea pero justo antes de dormir me di cuenta que no estaria nada mal estar en forma, había leido que era bueno para el estres y yo siempre era un manojo de nervios. Lo que se me hacía raro era que fuera él. No eramos los más amigos y yo no le había dicho que queria hacer ejercicio antes ni nada. Me daba miedo que no ibamos a tener de qué hablar, y que ademas me iba a ver exhausto si nos veiamos en un gimnasio, daba pena. Al siguiente dia me fui con mi cambio de ropa pero todavia pensando que le iba a decir que no. Cedí, era gratis, si no me gustaba no volvía a ir, no perdía nada.
Cuando me vi con Victor para ir al gimnasio lo vi sonriendo. Nunca lo habia visto así, me puso un brazo por encima de los hombros y el agarre que me dio estuvo fuerte. Era mas chaparro que yo pero estaba bien motivado y feliz. Me iba haciendo mil pregintas sobre qué comí, qué tanta actividad tenía normalmente, si hacía deportes. Me hizo toda una entrevista.
Me di cuenta muy rápido de que Victor me acababa de invitar a la parte de su día que más le ilusionaba, que la escuela era lo de menos. Era contagioso, daban ganas de emocionarse tanto y darle menos peso a los exámenes y todas esas pendejadas. Yo todavía muerto de nervios, pero daban ganas de alegrarse así.
- ¿Cómo te encontraste este gimnasio? No queda nada cerca de la uni.
- Es al que va mi hermano. ¿Te acuerdas cuando me chingué el brazo? Me empezó a llevar con él al kickbox para que de menos me pudiera defender y de ahí ya empecé a seguirlo a sus rutinas. Pero nos vamos leve, sé que eres nuevo.
- Con razón, sí te veo cambiado.
- Algo, alguito, te va a gustar. A cada rato traen nuevos entonces tampoco te van a estar viendo.
- ¿Ya has llevado a otros?
- No, me cagan todos en la universidad.
Me puse un poco triste de que aunque yo ni habia hablado tanto con él probablemente era el único con el que habia hablado. La gente no se le acercaba y yo ya ni sabia si todas esas peleas la empezaba el otro o si había sido él. No sabia si sentirme alagado o asustarme de que sólo me hubiera invitado a mí.
No era uno de esos comerciales con tarjetitas y membresías y todo, era más como un piso en un edificio de oficinas en el que habian puesto un gimnasio. Tenian bolsas de arena por todas partes, maquinas de fuerza, un ring al centro en el que un señor ya grande le enseñaba a un chico de como 16 a tirar un golpe. No habia caminadoras, casi lloro, esperaba ponerme en una caminadora y solo correr un poco y salirme de ahí. Victor era un mentiroso, no habia nadie nuevo ahí, todos estaban fornidos como estatua y se conocían de nombre. Cuando entró Victor lo saludaron como "Topo".
Su hermano se llamaba Edgar, traía muchos tatuajes por los dos brazos y nos lo encontramos brincando cuerda. Este condenado probablemente tenía uno o dos años más que yo, pero me hizo sentir minúsculo nada más parado enfrente de mí. Yo creo que si me pusiera a hacer ejercicio desde hoy hasta que me muera no acabo con brazos como los de él, parecían dibujados.
- Edy, es mi amigo - me presentó.
- Ah, ya, Bernardo, ¿no?
- Sí, jeje, ¿ya te había dicho de mí? - le dije
- Pues claro, sin ti se le jode más el brazo. ¿Y qué o qué?
- Viene de prueba - dijo Victor - Es nuevo entonces hay que irse leve, ¿no?
- Claro, sí, ¿ya comió?
- Me dijo que sí
Empezaron a hablar de mí como si no estuviera ahí parado, Victor sacando todo lo de su entrevista conmigo a su hermano. Edgar se detuvo, me agarró de los hombros y me levantó según para sacar una idea de mi peso.
- Van. Cambiense, limpiense para no dejar un puerquero en las máquinas. Apúrense.
En cuanto me di la vuelta, me soltó una nalgada que se oyó como un aplauso bien bien fuerte. Se tardó en llegarme el calorcito a la nalga, pero cuando llegó ardía muy recio. Victor sólo se rió un poco y igual con un brazo en mis hombros me llevó a los vestidores. Yo aunque traia pantalones y calzon para pritegerme me tuve que sobar un poco el trasero.
Los vestidores eran cuatro regaderas sin cortina frente a unos casilleros y unas bancas de madera alineadas enfrente de un espejo grande y ya roto de dos esquinas. Los tipos de ahí estaban desnudos como si nada, con toallas o ni siquiera, ni notaron cuando entré. Sentí las manos de Victor jalándome los pantalones hacia abajo, pero traía cinturón.
- Ándale, cambiate de ropa, no te puedes mover en esto.
- Oye, tu hermano se pasó de lanza.
- ¿Qué? ¿La nalgada? Así es Edgar
- Sí, pero no se mide, sí duele
- ¡Pues sí! Para que te ocupes, si no no te apuras andas todo perdido.
- De seguro me dejó marca...
- Jajaja, ya pasó, luego te vengas.
Victor se quitó la ropa muy rápido y se puso de una que ya estaba en un casillero. Ya visto asi el cambio era muy notable. Seguía un poco llenito pero lo que era grasa ya se habia vuelto músculo. Tenia la espalda definida y los brazos tambien, se quito pantalon y todo, traía una trusa con estampado de cartas, con tréboles, corazones, picas y diamantes, el resto blanco. Ya traia el calzoncillo medio metido entre dos nalgas bien bien llenas y bien bien redondas. Se veia que era tela mala muy delgada se le hacia bolas, pero ni se arreglaba, solo se puso una camiseta sin mangas y unos shorts. Yo tuve el buen sentido de ponerme unos boxers algo sueltos y me iba a poner unos shorts de algodon encima, queria estar libre, mi camiseta era una de linterna verde que ya ni usaba, hasta me quedaba chica y ya tenia un hoyo en la axila me parece. Victor de repente me detiene.
- Oye, ¿quieres que te preste unos calzones?
- ¿Qué? ¿Por?
- Vas a estar bien incómodo con esos, necesitas algo que te sostenga.
- Estoy bien.
- ¿Seguro?
- Sí, de verdad. ¡Ya deja de verme, loco!
- Jajaja, bueno, yo nada más decía.
Primero fue cardio. Edgar parecía ser como cabecilla del lugar o de menos ya era conocido porque me estaba dando una rutina que hacer, Victor estaba haciendo de los suyo pero yo le tenía que hacer caso a este. Me puso a saltar la cuerda hasta que no pudiera más. Podría mentir y decir que duré dos horas y todos me aplaudieron pero ni madres. Esas chingaderas cansan y ya para el minuto no me acordaba como respirar. Victor tenia razón, el boxer se me estaba haciendo bolas dentro de short y tenia las manos ocupadas para poderme arreglar.
- A ver, hasta ahí - Edgar detuvo su reloj - Sí te falta condición. A ver, pasemos a los básicos, hazme una sentadilla.
Hice una sentadilla y me hizo que la hiciera de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, que la estaba haciendo mal. Me llegó por atrás y me acomodó las piernas y la cintura hasta que estaba en la posición que èl quería. Dolía muchísimo y sí sentí la diferencia. Me puso una pesa en los hombros y me dijo que continuara. Le seguí así un par de veces, jadeando y otra vez los malditos boxers me estaban traicionando. Se me subian hechos rollo por las piernas y sentía que se me iban a caer por adelante mientras por detras se iban metiendo hasta que me llegaba aire frio de lso shorts directo a mis muslos. Distraía muchísimo y no me podia acomodar, entonces solo hacia mal las sentadillas porque estaba distraido y empeoraba. Me decia que lo volviera a hacer "pero bien".
- ¿No que ya habia comido? - me preguntó.
- Sí comí - le dije, con mucho esfuerzo.
- Es que te andas tragando el pantalón.
Se rió y sentí que pasó uno de sus dedos por la raya de mi trasero como si fuera una tarjeta de credito. Me estremecí pero me puso una mano en la cabeza.
- No te distraigas. Usté está ocupado con sus sentadillas, luego se acomoda el culo.
Seguía haciendo las sentadillas mal entonces tomó una de las cuerdas y la dejó caer recta en donde lo viera.
- ¿Ves? Sube así, en línea recta, todo en las piernas, no metas cuello, no metas hombros, nada más piernas, sigue la línea como está.
De alguna maera me funcionó y logré hacer el número que quería pero le metio una broma. En la última bajé, puso la cuerda en donde estaba mi raja y cuando subí apretando las nalgas la soltó y se quedó ahí agarrada con mi trasero. Se veía como una cola y mi triunfo de haberlo logrado ya se sentía menos serio.
- ¿De qué chones traes?
- Boxers.
- Uy, no...
- Le dije - se metió Víctor, desde su máquina - Pero no se cambió.
- Ve a cambiarte y regresas, los boxers ademas te dejan bien irritados los muslos.
Sin preguntar me agarró el reaorte de los shorts a ver mis calzones.
- Sí, mira, además son de los rasposos. Póngase trusa, es mejor. En chinga, que aoenitas empezamos.
Esa vez traté de esquivar su nalgada pero estaba atrás de mí y me tenía tomado de un hombro, de nuevo PLAS me dio un golpazo que casi me saca un grito. Edgar traía un chicle, entonces se veía bien desinteresado en lo que pasaba a ver a los demás en el gimnasio, les daba consejos, les decía chistesitos y les enseñaba memes en su teléfono. No me gustaba su actitud pero puede que era porque acababa de empezar y ya me dolía todo.
- Te estoy diciendo.
- Pero va a pasar lo mismo con otros calzones - dije, tomando agua.
- No, porque te agarra todo - Se metió a su casillero y sacó otros calzones, unos grices claros, Hanes, se veía que eran de él.
- ¿Me van a quedar? - dije de chiste.
- ¡Culero! Vas a ver.
Era divertido entrar como él a la idea de que éramos amigos. No se le hacia incomodo entonces yo también podía creermelo. Claro que yo apenas lo conocía pero verlo así de feliz era hasta tierno. Incluso si em habia llevado a hacer el ridículo enfrente de su hermano.
Me subí esas trusas y me quedaron bien, sí eran mejor idea, todo adelante estaba más agarrado y ya no se estaba deslizando con los shorts, era algodón con algodón entonces todo estaba en su lugar.
Cuando regresé sí me podía mover más sin tantos ajustes. Se metía el calzoncillo de vez en cuando, pero lo normal, no se llegaba a hacer bolas. Viendo en el gimnasio habia otros cuates que se estaban tragando sus pantalones por la rayita pero ni se arreglaban, supuse que luego de un timpo ya ni lo notan, pero a mi me seguia incomodando.
Me quedó claro que tal vez el gimnasio era algo de ellos porque la gente se iba y Víctor y Edgar no, en algún punto ya estaba el señor mayor barriendo algunas de las maquinas y hasta habian un par de amigos nada mas de Edgar.
Luego de que me pasó por lo básico, mucho de lo mismo pero para que me llegara bien el aguante. A su favor, nunca me regresó los ojos de odio que yo le estba dando, me decia todo casual y siempre me dolia y costaba mas trabajo y aunque lo viera enojado, no me lo cobraba ni nada, solo andaba con su chicle y apenas prestandome atención. Luego de pasar por el "ya no puedo más" empecé a sentir que se me iba yendo el estrés, todo quemaba pero no me quería detener, siempre era una repetición más, un set, algo, pero podía seguir. Se convertia en un juego de resistencia y yo soy bueno en esos.
De repente me la estaba pasando bien. De seguro estaba sudando mucho y aunque siempre me molesta como huelo, ahí me dejó de importar. Víctor empezó a guiarme en los que Edgar y unos dos amigos platicaban y se metían al ring entre risas.
Yo estaba tratando de entenerle a una de las maquinas cuando de repente escuchó un golpe contra el piso y la voz de Edgar.
- Ríndete... Que te rindas.
Edgra tenía a uno de sus amigos tirado en el piso, con una rodilla y la cabeza en el suelo mientras él parado le sostenía el brazo al revés. El chico se trataba de escapar pero Edgar ahí lo tení bien quietecito. Se veían lo músculos del otro tratándo de levantarse y buscar una ventaja, pero no lo dejaba. El de abajo se agarró de la pierna de Edgar y logró que se cayera, pero no le soltó el brazo y le cayó encima de la espalda, como en una manita de puerco y con todo su peso manteniendolo allá abajo.
- ¿Ya te rindes?
El otro le dio dos golpecitos en el hombro y Edgar lo soltó.
- ¿Qué te ando diciendo? Cuida más tu espalda, no te anticipes. Yo voy a hacer lo que me de la gana, no me trates de leer la mente porque eso acaba. Vas, castigo.
El chavo se levantó del piso, se quitó algo de polvo y se puso a hacer burpis por un minuto. En lo que estaba él en lo suyo, Edgar empezó una con el otro. Eataban haciendo lucha pero más como de marciales mixtas que lucha libre aunque yo me los podía imaginar con sus máscaras y sus licras. Era muy fácil como lea ganaba, parecía regalado. Se esperaba a que perdieran el balance, los sometía un poco y marcaba una serie de golpes a la cara que no les hacían nada.
Para cuando acababa con uno, el otro ya habia acabado su castigo, y Edgar siempre con su chicle y su cara de "no me importa". Se veía que lo hacían de amigos, como cuando niños se ponen a jugar luchitas pero todos con cuerpos de atleta y haciendolo más brutal.
- Topo, te toca - dijo uno de ellos a Víctor.
- No, ahorita no.
- Ándale, entra.
- Estoy con Berni, al rato.
- Bro - dijo Edgar, sometiendo al otro - Ven, a ver si ya aprendiste bien.
- A la próxima. Eatoy guiando a mi cuate.
- Cabrón, ¿qué no ves que me preocupas? Siguen habiendo madrizas en la uni, ¿qué no? ¿Ya te sabes defender?
- Sí, güey.
- No te creo. La otra vez ni duraste nada.
Yo ya estaba acabando con mi set y me estaba empezando a doler todo, ya no necesitaba un guía. Víctor me dejó sus lentes y se metió al ring.
Duró más que los otros, cuando Edgar le trataba de tomar un brazo o una pierna la quitaba de ahí, mantenía su distancia pero al final no sirvió de mucho. Torciéndole una pierna hizo qu quedara recargado con las cuerdas. Edgar tenía una de sus piernas y Víctor con la otra apenas y se podía levantar, necesitaba agarrarse de las cuerdas para no irse de cara. Edgar chifló.
- ¿Hasta ahí? ¿Ya? Uy, Topo, ya hasta perdiste músculo - Le subió la pierna un poco más para estirarla y que le doliera - A ver, ríndete.
- ¡Ni madres!
Edgar tenía a Víctor de espaldas, inmovilizado. Con una mano agarró la pierna y con la otra abrió la palma. Le dio una nalgada como las que me había dado a mí, directo en el culo, sonó bien fuerte y yo vi que sí hizo una cara de dolor.
- ¿Ya?
- ¡No!
- Jajaja, como veas...
Igual de desinteresado, le fue tirando más y más golpes a las nalgas con la mano abierta, la fuerza de sus brazos le estaba dando nalgadas que hasta a mí me dolían de ver. Víctor se trataba de zafar pero Edgar lo predecía y cambiaba su agarre para mantenerlo igual, sin poderse defender el trasero. En un punto Víctor usó una mano para cubrirse y como respuesta Edgar hizo la finta de que le iba a dar un rodillazo en los huevos, en cuanto Víctor se fue a cubrir ahí, cayó la nalgada. Cada que lo hacia los dos amigos se reían y le decian que ya se rindiera.
- Van diez rápidas, ¿te rindes ahora o luego de las diez? - dijo Edgar - ¿Ya no hablas? ¿Se le olvidó al bebito?
- ¡Pinche---!
- Sin llorar, por favor.
Las diez nalgadas fueron como dijo, bien rapidas, nada de espacio y Víctor no tuvo ni tiempo de procesar, sonaba un poco como lluvia muy pesada. Hasta hacia eco como le sonaba el culo y cuando llegó a las diez la misma pregunta. Me puse a pensar que tal vez porque yo estaba ahí, Víctor no se quería rendir. De nuevo se rehusó.
Cambió un poco la cosa, se logró librar pero pronto ya estaba en otra llave, con el trasero de nuevo expuesto. Le dio sus nalgadas otra vez y vi ahora que rebotaban como de caricatura, esas pompis estaban muy grandes y muy redondas pero como antes era pura grasa y le salio musculo estaban bien bien flojitas, hasta con su trusa apretada y el short se le movían. Se quejaba del dolor y se empezó a sobar. Edgar le detuvo la mano.
- ¿Ya? No, no te rindas, ¿eh? Tengo ganas de llegar a cien. A ver si lloras. ¿Te acuerdas cuando llorabas?
- Güey, estaba bien chico - dijo uno de los amigos.
- ¿Te sigues tratando de zafar? Jajaja, ya Topo, ríndete, te cambio el castigo.
- Culero...
- ¿Culo? ¿Cual? ¿Este? - Le dió una nalgada más.
- ¡Ahhh!
- Jajaja, ya le dolió. Ya le dolió. ¿Pasamos a pellizcos mejor?
- ¡No!
- Sí...
- ¡Que no!
Víctor dio un gruñido en lo que Edgar le dio un pellizco con dos dedos a sus nalgas que ya debían de estar bastante adoloridas.
- ¿O prefieres que juegue a los pellizcos en tus huevos?
- Mrndo...
- ¿Qué?
- Nada...
- Van veinte nalgadas ahora. A la una, a las dos y...
- ¡Me rindo!
Lo dejó ir de inmediato. Y no sólo eso, l ayudó a levantarse y lo abrazó. Hizo voy igual para molestarlo pero le daba palmadas en la espalda.
- Ya, bebesito, shhh, shhh, sin llorar, sin llorar.
- Ya suéltame...
- Jajajaja, ¿te enojaste de verdad?
Lo abrazó en serio, dándole zapes level tratando de animarlo. Se veía mucho más casual, hasta sonriendo y Víctor le siguió, ya pronto se eataban riendo los dos. Me acerqué a dejarle los lentes y se los puso. Edgar lo abrazó otra vez cargandolo un poco.
- ¡Nunca es en serio, pendejo! ¡Siempre te pones así! Nada más es para que te defiendas, no para que te enperres. ¿Ya, feliz?
- Jaja, pinche joto - dijo Víctor, pegándole en el hombro bastante fuerte.
- Lo que importa es que le echaste ganas. Te costó trabajo.
Edgar entonces tomó la cintura de los shorts de su hermano y lo bajó hasta sus muslos, revelando esa trusa blanca con sinbolos de carta, medio metida en unas nalgas morenas que se veian mas oscuras por las nalgadas. Pero ka tela tenia una mancha de audor muy clara alrededor de su raya y Edgar le daba vueltas para que tod vieran.
- ¡Así se ve el esfuerzo, cabrones! - decía entre risas - Esa rayita de ahí.
- ¡Pendejo! ¡Ya!
- ¡No hay de que avergonzarse, Topo!
Se veía que Edgar quería continuar así por un rato, pero Víctor le dio un golpe duro contra la panza y lo tuvo que bajar. Quedaron en tregua y Víctor se subio los shorts, sin querer haciendose más bola la ropa interior.
- Falta el castigo - dijo uno de los que estaban afuera del ring.
Víctor suspiró, se sobó un poco el culo y wstaba a punto de hacer burpis hasta que Edgar lo detuvo.
- No, vas a tener otro castigo. A ver, tú, el Bernardo.
- ¿Yo? - dije. Ya tenía miedo de que yo tuviera que intentar eso, yo no podía ni con el calentamiento que ese monstruo se preparaba a sí mismo.
- Sí, tú, a ver. ¿Sí vas a venir? De rutina, me refiero. Ya te invitó mi carnalito pero para saber si vas a seguir viniendo.
No esperaba que me pusieran tanta atención para decidir al respecto de inmediato. Me la esyaba pasando bien, pero recordé lo que dolía estar al inicio y no supe, pero se me quedaron viendo y no iba a ser grosero.
- Sí, yo creo que sí.
- Ja! Perfecto. Topo, tu castigo es darle su bienvenida.
- No mames - Víctor se puso tenso.
- Se le tiene que dar la bienvenida, ¿se la hago yo? Tú lo trajiste.
- Pero...
- Es la bienvenida, güey - le dieron un zape.
Yo ya me estaba oliendo que iba a pasar algo malo, me alejé pero bien rápido Edgar ya me tenía, me pasaba un dedo por la cara, me presionaba para que su pecho estuviera contra mi cachete.
- Calmado, calmado. Es la novatada, es para que ya seas parte del grupo.
- No, no, mejor me la pienso, creo que mejor no me inscribo.
- Ah, qué pena, ¿entonces te toca la bienvenida sin que entres? - Me tronó una burbuja de chicle bien cerca de la cara - Tiene que ver con tus choninos.
- ¡Calzon chino no! ¡Calzon chino no! - dije, tratando de salirme de la llave sin lograr mucho.
- Jajaja, ya se las olió tu amigo - Se burló - Pero es más un servicio, ¿sabes? Es como limpieza.
Víctor se estaba acomodando todo en lo que se me acercaba un poco triste pero con anticipación, ya tenía cara de maloso. Se puso detras de mí y me tomó el resorte de los calzones.
Sentí como ponía los dedos contra mis nalgas, las yemas de sus dedos casi casi que me rasguñaron la piel como estaba. No entendí a qué se referían y ya cuando entendí me dieron ganas de no saber.
Tenía los calzones mojados de sudor. "La rayita del esfuerzo" como le decía Edgar luego, me bajaron el short para ver. Se burlaban de que se veía que era novato y luego le ofrecieron 100 pesos a Víctor por si recibir sus calzones de regreso cuando acabaran conmigo.
Cuando empezó a jalar sentí como me exprimían los calzones y se deslizaba la tela por mi trasero, entrando hasta el fondo y haciendo que me pusiera de punts. Los brazos de Víctor estaban tan fuertes como me lo esperaba, la trusa gris solo se estoraba y se me enterraba conforme llegaban sus jaloneos. Me traté de reir junto con ellos pero de verdad que el calzon chino venia con muchisima fuerza, casi me iba de cara no tenía en que apoyarme más que en la presión durísima en mi trasero y mis bolas. Luego escuxhe que se estaban riendo y Edgar me puso las manos en los shorts.
- ¡Pero que se le vean las nachas! Si no qué chiste
Me bajó los pantalones que de verdad no estaban haciendo mucho, tambien se me estaban metiendo en la raya como si fueran un segundo calzón. Era horrible sentir todo ese sudor que traía siendo exprimido contra mi raya, empujándose, metiéndose hasta que me quemaba el culo. No bajó por completo el pantalon, no creo, se me quedó a media nalga como en diagonal porque solo dio un tirón abajo y no estaba cerca. Me traté de subirlos, pero aunque lo hiciera lo volvía a bajar. Víctor se reía un poco pero me pedía disculpas.
- Es la bienvenida, le toca a todos - me decía.
Luego de que me sacaron un par de gritos que les dieron risa, Víctor me soltó y acabé con su trusa toda estirada pero bien incrustada en mi raja, como una tangota gris. Cuando me estaba arreglando, escuché a Edgar atrás de mí.
- Hazlo bien, culero, así ni le duele.
- ¿Cómo no? - decía Víctor
- Es hasta que se rompa
Yo me traté de alejar pero Edgar me alcanzó riendose y me puso las manos en los hombros.
- Quietecito, hombre. Si no te aguantas te pongo este chicle en al cola y a ver cómo te lo quitas jajaja... Ven, Topo, tú agarra ese lado.
- Verga, perdón, amigo - me dijo.
Edgar me agarró de la parte de tabga, metiendo una mano en cada agujero y jalándome directo hacia arriba, dejé de tocar el piso y sentí mis nalgas pegarse a su pecho, me detenía ahí con un poco de gruñidos de esfuerzo, podia sentir como se le movian los músculos de su pecho contra mi trasero, se movían un poco por mantenerme ahí. El calzoncillo se estiraba y entre sonidos de tela rompiendose yo iba bajando. Puse las rodillas juntas, movi los pies, me tensé, me sentía bien chiquito de que me pudieran levantar así y aún más de que me estaba quejando sin parar con la cara roja de la pena.
Victor me agarró uno de esos agujeros de tanga y entre los dos estuvieron jalando haciendo que me meciera de lado a lado unas dos o tres veces antes de que el calzon tronara por todos lados. Apreté el culo, las manos, la quijada pero de todas formas grité bien agudo cuando se rompió. Quedó asimétrico, entonces uno de mis pies podia tocar el piso con las puntitas y el otro estaba en el aire. No se detuvieron, Víctor quería pero Edgar no, siguió jale y jale y pude escuchar cómo se tronaba todo por todas partes. Tenía la piel bien irritada y ya no solo en el trasero, sino en los costados de la cadera habia lineas rojas de resorte todo tenso que se clavó y se estiró hasta irritarme. Me sentí rozado incluso antes de que acabaran.
La trusa gris terminó pareciendo comouna tela de araña, con muchas partes enredadas de algodon, como listones saliendo, tantos hoyos enormes que ya parecian intensionales. Los resortes seguian apretados en mis huevos y uno de ellos le tuve que poner mucha fuerza para sacarmelo de la rayita. Edgar me subio el resorte de la cintura hasta la cabeza, ya no dolia, pero estaba ahí detenido el resorte. Me lo pasé por enfrente y fue más fácil sacarme el calzoncillo así. Me dieron de palmadas por todas partes y me apapacharon de que ya habia sido mi novatada. Víctor se reía con ellos pero más que nada trataba de hacerne reír a mí, haciendome cosquillas un poco y luego llevándome a las regaderas.
En lo que caminábamos, ya me sentía más cómodo con él y le puse una mano en su culo, le di unos apretones y por todo lo que ya había pasado ni se le hizo raro, sólo se quejó del dolor de las nalgadas que le había tocado.
- No te enojaste, ¿verdad? Las novatadas son para todo.
- Nunca me había tocado.
- ¿De verdad?
- No, nunca estuve en equipos ni nada por el estilo.
- ¡Suertudo! Es chingón ser parte de algo pero siempre la gente se mancha con las novatadas. Pero este lugar es padre, vas a ver, a mí me ayudó mucho.
- Me doy cuenta - dije, todavía apretándole una nalga, el musculo se notaba pero toda la piel suelta rebotaba conforme metía la mano, era una texura mas firme que lo que traia yo - Tu hermano es medio intenso.
- Jejeje, creo que yo ya me acostumbré.
Me quité esa telaraña y me metí a las regaderas, se sintió bien el agua contra mi cuerpo, de todo el cansancio de antes y liego esa cosa ya necesitaba limpiarme todo, casi casi me quedé dormido parado en esa regadera. Salí, me cambié y me di cuenta que estaba mucho más calmado de lo que solía estar a esas horas.
Edgar me dio un abrazo bastante agradable cuando salí, como si nos conociéramos de siempre. Debia ser algo de familia que se encariñaran tan rápido. Suspirando me di cuenta que probablemente iba a volvera ir. Ya no me daba tanta ansiedad y sí da muxha felicidad llegar a cansarse, sabia que todo se iba a poner más facil mientras mas iba y eso también era atractivo. Además, no estaba de más empezarme a ver bien, tenía razones para quererme ver como ellos.
Víctor se quedó porque tenían que cerrar el local pero me dieron buenas direcciones para llegar a mi casa. Ya en el camino se me hizo chistoso que un grupo de cabrones fortachones actuaran así entre ellos. Habia perdido muchos amigos al crecer y mudarme y se me había olvidado que un grupo de hombres medio atleticos suele hacer pura pendejada cuando no hay quien los vea. Me podía acostumbrar pero prefería que no doliera tanto siempre.
En el camión me di cuenta que me habían llegado unos mensajes de Benny, ya habia pasado un rato sin que nos vieramos porque era temporada de examenes y solo con revisiones estaba siempre muy ocupado. Siempre había un problema con vernos, todo un desmadre de horarios. Pero nos seguíamos mandando mensajes. Él era de los que siempre te manda un "buenos días" cuando se despierta y de vez en cuando me mandaba memes que le daban risa. Tenía un sentido del humor raro que no siempre me gustaba pero era lindo que lo mandara.
- Me metí a un gimnasio - le escribí.
- ¿Tú? ¿Y eso? - Me contestó rápido.
- ¿Tan raro es? Auch
- No lo digo por eso, jajaja, perdón, Berni, nada más que no te imagino en uno.
- Me invitó alguien, el lugar está barato y qyeda medio cerca
- ¡Qué bueno! ¡Felicidades! ¿Quién te invitó?
Pensé un poco.
- Un amigo.
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